Capítulo 11: Recuerdos en Pesadillas

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Prometieron que los sueños podrían volverse realidad. Pero se les olvidó mencionar que las pesadillas también son sueños, y existen pesadillas de las que no puedes despertar


    La última vez que vi el reloj, solo faltaban algunas horas para que anocheciera mientras caminaba a mi casa después de haber pasado una divertida mañana con mis amigos en la playa. Solo me desvío del camino al detenerme frente a un negocio para comprar mi cajetilla favorita de cigarros e irme nuevamente por el camino a casa mientras fumo. De un momento a otro, un escalofrío recorre por mi cuerpo al sentir una corriente aparecer, causando que algunas hojas de los árboles en el suelo vuelen. Solo tengo el vestido blanco y un chaleco poco abrigador.

    El humo de mi cigarro se difumina en el aire con rapidez por la fuerte brisa. Algunas personas caminan con velocidad, otras escuchando música en sus audífonos con una expresión tranquila, unos viendo las vitrinas de las diversas tiendas abiertas en las calles, algunos más hablando por teléfono o saludando a un amigo de pasada, niños llorando al no conseguir lo querido a su madre y personas cada vez más enfocadas en asuntos no tan importantes.

    Suspiro al ver a tantas personas bulliciosas caminar y caminar por aquí y por allá. El bullicio es evidente, me está estresando, causando que opte en apresurar el paso con la idea de escapar de esto. Mi cigarro desaparece con algo de rapidez al tomar grandes bocanadas.

    Los diversos ruidos en mi oído son cada vez más molestos: las bocinas de los autos, los gritos desesperados de los conductores al querer que avanzaran a los demás, las personas vendiendo sus productos ilegalmente en las veredas, personas hablando por teléfono, la música que se escucha en las tiendas, los perros ladrar, niños llorando, risas divertidas de grupos de amigos... Voces, gritos, bullicio... me desespera.

    Quiero... silencio, tranquilidad, paz...

    Quiero... soledad.

    Ya mis pulmones se cansan al dar pasos agigantados junto con quitarme el aliento, sin embargo solo dura uno momento al ser interrumpido por unas campanas estruendosas. Los ruidos anteriores desaparecen en mi captación auditiva, solo permaneciendo las campanas. Me detengo frente a una gran iglesia: es intimidante por su gran construcción gótica.

    Una punzada de terror aparece en mi pecho, mis músculos se tensan, mi boca se seca, todo un intento de aviso a un presentimiento peligroso

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    Una punzada de terror aparece en mi pecho, mis músculos se tensan, mi boca se seca, todo un intento de aviso a un presentimiento peligroso. Una voz interna me dice que salga corriendo, huyendo frente de esa gran construcción, pero otra voz me dice que es innecesario, el miedo a veces corre más que uno y es capaz de perseguir hasta el fin del mundo.

    Un dolor insoportable nace del pecho, presiono la zona con mis manos para así intentar ahogar aquel malestar incontrolable.

    El cigarro cae mientras doy quejidos bajos. En mi cabeza vienen punzadas agudas, mis rodillas se debilitan para caer al duro pavimento. De un momento a otro, unas imágenes comienzan a aparecer mientras las punzadas son cada vez más fuertes e intolerables. La vista se vuelve borrosa, una risa macabra capta mis oídos; intento taparlos pero me es imposible: el dolor en mi pecho junto al de mi cabeza me hace caer por completo al suelo mientras mi cuerpo no se detiene de temblar. Con debilidad, una de mis manos tapa una de mis orejas pero es en vano.

Andy, Andy... ¿Estás aquí? [Andy Biersack]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora