I. TITANIC
Sebastian Stan.
—¿Quién fue el responsable de esto? —preguntó el maestro, señalando la pantalla en donde salía el famosísimo actor Sebastian Stan, riendo con unas photoshopeadas orejas de gato.
El maestro Caputo se giró a ver al actor, quien había llegado a la Escuela de Artes Visuales aquí en Nueva York como sorpresa para uno de los cursos más prestigiosos, en el cual te encontrabas tú, intentando no ser descubierta por tu macabro y –adorable– bien planeado plan.
—No lo volveré a repetir, ¿quién... lo... hizo? —miró al susodicho actor que estaba sentado en la parte de atrás del salón—. Lo siento mucho, señor Stan. No sabía que esto pasaría.
No pudiste evitar reírte con tus compañeros cuando el señor Caputo los miró a todos ustedes con esos ojos asesinos que deberían derretir un iceberg. Era una escuela tan correcta que si estornudabas te reportaban con la policía. Esto era como atentar contra la reina.
—Está bien, no me molesta —se excusó el actor, sorprendiéndote—. De hecho, es un gran artista quien lo hizo. Yo que usted, le doy un premio o algo, no todos pueden hacer eso y que sea vea así de genial.
Para tu aún más grata sorpresa, el señor Caputo asintió de acuerdo.
—Sí, tiene razón —se dirigió al salón con los dientes apretados en una falsa sonrisa—. ¿Quién fue el o la responsable de todo esto? No habrá represalias. Habrá una bonificación y...
—Tendrá una cita conmigo.
En cuanto Sebastian Stan lo dijo brincaste en tu asiento antes que el resto de chicas.
—Yo me haré cargo por el irresponsable que lo hizo —todos guardaron silencio y te miraron, pero una mirada te pesó más que el resto—. Es decir, lo digo por la bonificación, no la cita, porque no estoy interesada y... ya, ya me callo.
Te volviste a sentar, pero el señor Caputo no te dejó hacerlo. Indicándote que te acercaras al frente. Refunfuñando, despegaste tu trasero del asiento y arrastraste los pies hacia él, como si fueras a ir al matadero.
Posó sus pesadas manos en tus hombros, apretando más fuerte de lo normal.
—¿Fue usted, señorita (t/n)?
Te encogiste.
—Depende, ¿qué me hará si digo que sí?
—Una bonificación. Ya dije.
Una bonificación... y un culo.
—Eso suena a castigo para mí.
—No, no, será premiada con una salida temprana y, el señor Stan ya lo dijo, una cita con él. Así que... ¡vendida al primer postor! —bromeó, consiguiendo que todos rieran.
Idiota.
—Quiero mi bonificación —dijiste, tajante—. ¿De qué se tratará? ¿Una beca? ¿Un fondo nuevo para mis materiales de trabajo? ¿Algo?
Él se inclinó en tu oído y gruñó.
—Tu bonificación será una beca, pequeña, pero que te ayudará. Y tú, a cambio, lo harás feliz, porque es un generoso donador de dinero aquí en la escuela. Así que hazlo feliz y compórtate, no me decepciones —y con eso dicho, te empujó hacia tu asiento—. Recoge tus cosas, (t/n). Te irás ahora mismo con el señor Stan. Y de nuevo, lamento el incidente.
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Imaginas • Sebastian Stan
FanfictionImaginas de Sebastian 'perrito rumano' Stan y tú-. → Si eres nueva, ¡bienvenida a los relatos de mi desordenada cabeza, espero que tengas buen viaje desde aquí hasta que te canses! Si ya habías pasado, pero no te has quedado y la curiosidad te mató...