LIBROS Y SENTIMIENTOS
Sebastian Stan.
-Okey, tiendo a sorprender con los capítulos tristes. Así que les aviso ahora, sí, señoritas; es un capíturompe kokoros rechonchos.
...
—Eso sería todo en tu recorrido —dijo el señor Mason, dejándote en la entrada de la biblioteca. Habías estado buscando trabajo hace unas cuantas semanas para comprarte un pasaje a Barcelona y huir de la casa de mierda en la que vivías. Y estabas siendo amable al llamarla así—. ¿Algún problema con el empleo? ¿Te sientes bien con...?
—Sí —respondiste inmediatamente—. Sí, sí, el horario es flexible y se ajusta a mis necesidades, así que sí, me agrada. Muchas gracias por la oportunidad.
—Bien. Tu puesto, por hoy, será la recepción. Lo único que debes hacer es sentarte tras ese escritorio, registrar los libros en la computadora y anotarlo en la bitácora en la tapa. De cualquier forma, Patricia te ayudará con todo esto, ¿de acuerdo?
Asentiste, mirando el escritorio con ilusión. Los siguientes dos meses, ese sería tu puesto. Un jockey de oficina, como lo llamaban. Genial.
—Creo que me gustará aquí.
—Sí, claro... eh, quería hablar contigo sobre... la política de estética e impuestos de apariencia —no diste indicios de hablar, así que le hiciste señas para que continuara—. Uhm, esto... algunas veces, cuando los clientes masculinos que se aparecen por aquí, tienden a... darle al encargado de turno cierto beneficio monetario mayor al resto.
Frunciste el ceño y abriste la boca.
—¿Quiere decir que dan propina de más a las mujeres que trabajan aquí? —el señor Mason asintió con los labios apretados—. O sea, que la única razón por la que me contrató fue porque soy mujer y joven.
—Y guapa —añadió sonriendo, como si eso fuera a zafarlo de todo—. Así es como las prefieren los clientes. Por eso contratamos a gente como tú, desesperada que necesita dinero.
—Como una prostituta. Soy una prostituta de biblioteca que no debe ni quitarse la ropa ni tener sexo con los clientes, sino que debo saber leer, saber memorizar los números de los diferentes gremios de estantes y saber como hacer café en la vieja máquina de esa esquina.
Mason te señaló como si fueras la elegida o algo.
—Exacto. Aprendes rápido.
—Pero lo que hace está mal. Sé que hay un hombre trabajando aquí. No es equitativo. Es injusto y muy poco ético. ¡Es como un robo para el propio chico!
—Hey, si él no hace un motín contra mí, estamos bien.
—¿Motín? ¿Qué? ¿Ahora somos piratas? —no respondió, pero te miró divertido—. Sé a dónde va con esto. Pero no renunciaré, si uno de ellos me toca, lo demandaré por todo. Le cobraré hasta la pasta dental que usa su perro.
—Tenemos control sobre nuestras empleadas. Hay cámaras. Las tenemos seguras, descuida —él señaló detrás de sí, en dirección a una chica morena con afro que ajustaba unos libros en un carrito de metal—. Patricia, acércate, por favor.
Ella venía masticando un chicle que hizo una bomba y rebotó en cuanto estuvo frente a ti.
Se reventó.

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Imaginas • Sebastian Stan
FanfictionImaginas de Sebastian 'perrito rumano' Stan y tú-. → Si eres nueva, ¡bienvenida a los relatos de mi desordenada cabeza, espero que tengas buen viaje desde aquí hasta que te canses! Si ya habías pasado, pero no te has quedado y la curiosidad te mató...