¡QUE SÍ!
Sebastian Stan.
«Santa mierda», pensaste. «No volveré a comer helado de arcoíris en mi vida».
Tensa y fría en tu sitio, desechaste todo lo que tu estómago había digerido hoy. En cuanto terminaste, tiraste la cadena y fuiste a lavarte los dientes. Limpiaste bien tus manos y saliste lentamente.
Sebastian estaba dormido en la cama que compartía contigo desde hace dos años atrás. Miraste rápidamente el anillo de matrimonio en tu mano izquierda y pensaste que había sido de locos casarte con alguien famoso. Rumores, famosas que siempre encontrabas más guapas que tú, bajándote la autoestima, dinero que no tenías y temías que él dejara de amarte por eso...
En fin, un caos total.
Aún te preguntabas por qué él te eligió a ti.
Caminaste a la cama y te acostaste. Él inmediatamente se movió y te envolvió en sus brazos. Respiró plácidamente en tu cuello, enviándote escalofríos por todo el cuerpo. Por última vez te cuestionaste el giro asombroso que tomó tu vida gracias a Sebastian y suspiraste, finalmente cayendo dormida.
☼
—Ni muerta. —te quejaste en la cocina.
Sebastian te suplicó con la mirada, igual que un cachorro.
—Vamos, cariño. Acompáñame al estreno. Será importante y quiero que vayas conmigo.
—La última vez que fui llevé el mismo vestido que tu ex y todos dijeron que se veía mejor que yo. No, ni muerta iré.
—Para mí tú lucías mejor.
La vergüenza de esa vez volvió a revolverte las entrañas. Margarita Levieva se veía más hermosa y despampanante, porque claro, ella tenía dinero para pagarse estilistas y maquilladores profesionales. Tú tuviste que hacerlo sola con la constante supervisión fashionista de tu madre, quien te instruía desde Skype, en la laptop.
No volverías ahí aunque te pagaran con pizza.
—(t/n)... —volvió a suplicar Seb, pero tú chillaste.
—¡No iré para que me humillen nuevamente! —dejaste el zumo que estabas bebiendo en la mesa y fuiste a tu cuarto, cerrando la puerta de un portazo.
☼
Sebastian no sabía lo que te ocurría, estabas más irritante de lo normal y eso le dolía a él. Había prometido, el día en que se casaron, siempre estar ahí para ti, acompañarte en lo bueno y en lo malo, pero no hacías nada más que apartarlo más y más lejos. Se estaba desesperando.
Las comidas se basaban en monosílabos, pequeñas oraciones y nada más. Tenías sueño todo el tiempo, habías bajado considerablemente de peso.
En la salud y en la enfermedad, pensó.
Estaba sentado en el sofá de su casa, pensando en que te habías ido a dormir temprano, quejándote que estabas más cansada de lo habitual. Justo en ese momento, tocaron la puerta de entrada. Se levantó y fue a abrir, encontrándose frente a frente con Jennifer, tu doctora y buena amiga.
Jennifer lo saludó, pero no aceptó pasar. Ella le tendió un paquete amarillo a Sebastian.
—¿Qué es? —preguntó el.
—Los resultados de sus exámenes, fue conmigo hace unos días, se sentía muy mal. —ella tragó saliva, se veía demacrada de una ambigua manera y eso a él le preocupó.
—¿Ella está bien?
No contestó. El teléfono de Jennifer demandó su atención, una llamada en ese preciso momento se presentó y le hizo señas que debía irse. Respondió el teléfono, pero no a él. Le inquietó su actitud misteriosa.
Sebastian entró a la casa y sin pudor abrió los resultados de tus exámenes.
☼
Sentiste como se movía la cama. Un cambio de peso alteró tu sueño y te obligó a abrir los ojos.
—Eres hermosa —oíste que te decían—. Y mi esposa.
—¿Seb? —te frotaste los ojos, adormilada—. ¿Qué pasa?
—Nada, quería decirte que te amo.
Tu estómago se revolvió.
—Yo también te amo. ¿A qué viene esa confesión repentina?
—Sólo quería que lo supieras —te besó en la mejilla una y otra vez. Tú te dejabas querer sin quejarte. ¿Por qué lo harías?—. Te cuidaré y si hice algo mal, perdóname. No quiero perderte. Todo saldrá bien, lo prometo. Sabes que te amo, ¿verdad?
Algo no iba bien.
—Ya, ¿qué ocurre? ¿Por qué actúas así?
—¿No puedo decirte cuán importante eres para mí?
—Dímelo cuando esté despierta. ¿Por qué hacerlo cuando estoy durmiendo? ¿Por qué me has despertado? Dime qué ocurre.
—Quizá... —él suspiró pesadamente—. Quizá me haya enterado por qué estás tan mal últimamente —diste la vuelta completa, hasta tenerlo de frente. Lo interrogaste con la mirada, él apretó sus labios—. Jennifer vino.
Te incorporaste de golpe.
—¿Leíste mis documentos médicos? —él solo te miró para confirmarlo. Te atragantaste con tu propio aire cuando preguntaste—: ¿Qué es? ¿Me estoy muriendo o...?
—(t/n) —te interrumpió, posando sus manos en tu rostro—. Tan solo estás embarazada.
—Oh —aspiraste aire, asimilando lo que te dijo—. Es aún peor de lo que creí.
Él de repente sonrió, la sonrisa más radiante que habías visto en él. Te cortó el aliento.
—Seremos padres. —dijo sin aire. Te besó.
—¿Estás seguro? ¿Cuándo invadiste mi información médica privada, leíste bien?
—Sí, sí —sonrió aún más grande—. ¡Seremos padres!
Soltaste el aire que habías contenido y te dejaste caer a la cama.
—¿Ultra seguro?
—¡Que sí! —te envolvió en sus brazos y te abrazó—. ¿No estás feliz?
—Creí que me estaba muriendo. Así que sí, lo estoy. No es un tumor asesino, es un tumor que cagará como un elefante siendo apenas un pitufo y morderá mis tetas por comida. ¡Yuhu!
Rió fuertemente.
—Es la noticia más maravillosa que me han dado en la vida.
Se acomodó a tu lado para dormir, abrazándote fuertemente. Pasaron largos segundos en silencio, tú nerviosa, llevaste una mano a tu estómago y lo acariciaste. Sebastian también posó la mano ahí y acarició, suspirando.
—Seb —lo llamaste pasado un buen rato—. ¿Estás despierto?
—Mmmhm. —gimió.
Te relamiste los labios.
—¿Estás súper seguro?
—¡Que sí!
...
![](https://img.wattpad.com/cover/76690165-288-k155877.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Imaginas • Sebastian Stan
FanfictionImaginas de Sebastian 'perrito rumano' Stan y tú-. → Si eres nueva, ¡bienvenida a los relatos de mi desordenada cabeza, espero que tengas buen viaje desde aquí hasta que te canses! Si ya habías pasado, pero no te has quedado y la curiosidad te mató...