Imaginas • Sebastian Stan

38. Quesito Chewbacca. (I/II).

I. QUESITO CHEWBACCA

Sebastian Stan.

—¿Tienes nombre? —preguntó una voz a sus espaldas.

Daniela giró la cabeza hacia la persona que le hablaba y parpadeó. La confusión estaba jugándole una mala pasada. En definitiva, le hablaba a ella, pero era un tipo famoso y ella no estaba familiarizada con su sociabilización. Quizá sea uno de esos famosos que no le gustan que le hablen directamente y haya otra persona para hacerla de traductora.

¿Estará oyendo mal o realmente le habló a ella?

Miró detrás de sí y a sus alrededores, con el ceño fruncido. Sebastian Stan alzó las cejas en espera de una respuesta. Daniela se señaló el pecho, refiriéndose a su persona.

—¿Me hablas a mí?

—No hay nadie más cerca —sonrió divertido, indicándole sus ropas—. Estás en mi escena. Pelearé contigo, eres la doble de Margot Robbie.

—Ah. Claro. La escena —bufó—. Ya lo sabía. Sólo te... probaba. Sí, eso —esperaba que no pareciera nerviosa. Él era más atractivo en persona que en televisión—. Así que... ¿pelearemos juntos? Tú me lanzarás hacia esa colchoneta y luego lo repetiremos para que todo salga de puta madre.

—Esa es la idea.

—Pues entonces démosle al asunto —la chica sonrió y caminó hacia donde el director le hacía señas para que se acercaran. David Yates estaba hablando con un hombre de sonido, pero en cuanto Daniela y Sebastian se acercaron, les sonrió—. Tu sonrisa dice «te lanzaremos lejos, mujer».

—Lo haremos, no te apresures. Sebastian —lo llamó—. Espero que hayas practicado bien los pasos, luego tendrás que repetirlo todo con Margot.

—Sí, lo tengo todo. Sólo... —golpeó suavemente el brazo de Daniela—, me hace falta saber su nombre. Será incómodo, puesto que luego tengo que acercarme a ella y besarle la mejilla.

—Su nombre es...

—¡La innombrable! —gritó Daniela, tomando el brazo de Sebastian—. Tendrás que adivinarlo. No será sencillo y si tú —señaló a David—, le dices aunque sea la primera inicial. Me marcharé del set.

—Sabes que puedo reemplazarte en cinco minutos, ¿verdad?

—Por supuesto que lo sé, por esa razón tú me aceptarás este ridículo capricho mío y dejarás que, entre el señor Stan y yo, surja una buena amistad.

—¿Con la adivinanza de tu nombre? —el tono de incredulidad de David era claro—. Estás demente, ¿te lo habían dicho? Por supuesto que sí, no me respondas a eso, pero de acuerdo. Aceptaré tu tonto capricho porque me agradas. Es una buena idea.

—¿Se ha oído? —preguntó Sebastian—. ¿Acaba de darle un visto bueno a su juego?

David se encogió de hombros.

—Me gustan los juegos, ¿por qué no decirle que sí? —chocó los puños con Daniela cuando ella brincó animada—. Además, un día en el set pasa más rápido cuando hay diversión. Y ésta chica, es sinónimo de ellos. Te lo puedo decir. Ha trabajado conmigo anteriormente, ha sido la doble de Margot en La Leyenda de Tarzán y Escuadrón Suicida. Y sé lo que te digo.

Sebastian la miró detenidamente antes de asentir, resoplando. Iba vestido de negro, totalmente metido en su personaje con sus lentes de sol sobre su sien.

—De acuerdo. Jugaremos. ¿Te llamas Amanda?

Daniela sacudió la cabeza y sonrió.

—No, no me llamo Amanda y has perdido un intento. Así que espera a la siguiente media hora —ante su confusión, ella aceptó a aclarar sus dudas—. El juego es muy sencillo. Solo puedes preguntarme un nombre en media hora. Dicen que los nombres tienen que ver con la personalidad. Así que has tu mejor esfuerzo psicológico y gana.