30. ¿Un pollo? (Bucky).

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¿UN POLLO?

Bucky Barnes.


Bucky entró en el gimnasio y se fijó en una persona en particular. Rocío. La chica luchaba contra Natasha en medio del cuadrilátero. Parecían tener una buena coordinación entre quién recibía y daba golpes. Ambas mujeres tenían una buena resistencia física.

—¡Alto al fuego, alto al fuego! —en cuanto Rocío vio a Bucky gritó, pero Natasha aprovechó eso para darle una patada a sus pies y tumbarla de espaldas—. ¡Dije alto al fuego, maldita sea!

—No te oí.

La espía iba a darse la vuelta, victoriosa, pero Rocío torció sus piernas y la terminó derribando también. Ella sonrió y se levantó de un salto, mofándose.

—Nunca le des la espalda a tu enemigo —ayudó a Natasha a levantarse y ambas caminaron hacia Bucky. Rocío le besó en los labios como saludo y sonrió—. Vamos empatadas con quince de treinta.

—¿Cuál era la máxima?

—Cincuenta.

Bucky bufó y la atrajo hacia él. Natasha fingió arcadas y le dijo a la chica que continuarían más tarde, a lo que ella asintió atolondrada, fijándose demasiado en los músculos de su pareja.

—Así que van empatadas —señaló él—. ¿Quieres ayuda con tus movimientos?

—No, gracias. Me tengo que ir también, tengo que acompañar a Steve a la ciudad.

El tieso cuerpo de Bucky se alejó unos momentos, pero no duró. Rocío le sonrió algo extrañada y él se tensó el doble. Su expresión se contuvo y volvió a ser indescifrable, pero su actitud sí que fue distante. Bucky se apartó de Rocío y se alejó hacia un saco de box, se enguantó las manos con unos parches mientras Rocío aún lo miraba con el ceño fruncido.

Uh... ¿de acuerdo?

—¿Estás bien?

—¿Dónde irán tú y Steve exactamente? —la interrumpió, golpeando el saco con tanta fuerza que la cuerda con la que estaba sujeta al techo comenzó a temblar con fuerza.

Rocío miró la cuerda con desconfianza y luego a Bucky.

—Iremos a comprar unas cuantas cosas, nada especial. Me pidió que lo acompañara porque nadie estaba libre el día de hoy.

—Yo estoy libre —golpe, golpe y golpe. Jadeo y más sacudida por parte del saco—. Pudo habérmelo pedido a mí. Natasha también está libre. ¿Por qué no se lo pidió a ella? ¿Por qué a ti?

—No lo sé, porque tal vez confíe más en mí. ¡Yo qué sé! ¿Estás enfadado por eso? —ella alzó sus manos en jarras cuando él la ignoró—. ¡Argh, estás imposible! ¿Te ha dado otra vez el tema de...?

—Mejor vete con Steve ya, me estás desconcentrando y terminaré por golpear algo más que el saco —Rocío lo miró con una ceja alzada. ¿Hablaba de ella?—. No hablo de ti, pero no quiero hacerte daño accidentalmente. Ve.

Ella suspiró.

—Vale, pero estás siendo un idiota. —y se marchó.

Bucky se quedó golpeando el saco de box tan solo un minuto más y se alejó. Se quitó los guantes y salió del gimnasio para correr por toda la base. Necesitaba descargar la rabia que sentía. Rocío y Steve habían pasado todas estas semanas saliendo a la ciudad solos, con la excusa de «comprar» lo que era necesario. Así como notaba que últimamente ella rehuía de él y se acercaba cada vez más y más a Steve.

Imaginas • Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora