52. ¡Te encontraré, chica linda!

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¡TE ENCONTRARÉ, CHICA LINDA!

Sebastian Stan.


Junto a Gigi, tu perrita, iban caminando por el parque Morris para perros. Nueva York estaba siendo azotado por una ola de calor que te obligó a salir de tu departamento a refrescarte, así que decidiste venir al parque para perros, donde el viento siempre era fresco. La naturaleza, la cordialidad...

Veías cuatro patas de diferentes razas, algunas que sólo soñaste con ver u otras que solo has visto en fotografías. Desde razas carísimas, hasta pequeñeces adorables, aparentemente híbridas.

Miraste a Gigi, era una mezcla de bóxer con labrador. Era una perra grande, pesaba aproximadamente veinticinco kilos y tenía pinta de querer morder a quien se atraviese por su camino. Tenía una apariencia de patea-traseros, de color negro y blanco. Otros la veían como un peligro. ¿Tú? No podías evitar verla como a un bebé, seguías hablándole como a una niña chiquita.

—Linda hembra —comentó un desconocido cuando Gigi comenzó a arrastrarte por el sendero. De reojo viste como el desconocido tenía el mismo problema que tú—. Linda humana.

Reíste por lo ridículo que sonó eso. Tipo: 'yo Jane, tú Tarzán'.

—Gracias.

—¿Tiene nombre?

—Eh, suuuuuuupongo que sí.

Él rió por tu tono confundido. ¿Qué perro no tenía nombre en este parque?

—Soy Matt, Matthew, de hecho, pero todos me llaman Matt. —tendió su mano para tomar la tuya, pero su perro no lo dejó.

|t/n|.

—Fue una pregunta tonta, lo siento. Creo que sería más adecuado, ¿cómo se llama?

Lo miraste detenidamente mientras él corría a tu lado. Tenía el cabello castaño y unos ojos azules que parecían negros, su rostro era maduro, lleno de experiencia. La verdad, era muy atractivo.

—Se llama Gigi —dijiste, intentando detenerla—. ¿Y él quién es? —preguntaste hacia el perro que él acarreaba. Un Gran Danés. Maldita sea, tremendo perro, te llegaba a los pechos. Su rostro era algo estirado, dándola un aspecto más grave—. Es inmenso.

—La mayoría de las chicas me dice eso.

Lo miraste con una mueca y los ojos abiertos del horror, pero él se lanzó a reír, calmándote un poco.

—Está bien, lo siento, no eres de esas. Mil perdones, pero debiste ver tu cara —señaló al Gran Danés—. Este es Boomer, me acompañó hoy porque se supone que vendría a ver a mi hermano.

—¿Tu hermano también tiene un Gran Danés?

—No, su perro es más pequeño. Sebastian vive en un departamento y pasa viajando, así que no le conviene tener una raza tan grande cerca.

—Uhm... ¡Gigi, deja de tirar!

Ella mágicamente se detuvo, a lo que tú respiraste tranquila, pero pasó algo vergonzoso. Tanto Boomer como Gigi se olfatearon los trastes y, sin aviso, Boomer intentó montarla.

—Joder.

Matt intentó apartar a Boomer, pero ya tenía la cosa afuera y estaba apuntando hacia tu perrita. Okey. Asqueroso, pero a la vez gracioso. No sabías si reír o sonrojarte, así que optaste por ambas mientras movías a Gigi lejos del Gran Danés. Quizá termine aplastándola o algo así. Por cómo miraba Gigi hacia el horizonte, intuías que no sabía qué demonios pasaba. O quizá sí sabía, pero se estaba haciendo la desentendida. Si ese fuera el caso, ¡era una libidinosa!

Imaginas • Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora