18. Netflix. (I/III).

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I. NETFLIX

Sebastian Stan.


Quiero una hamburguesa de pollo, con unos palillos de ajos, unos doce estarían bien, agregue un poco de salsa para ellas y también para los nuggets, las papas fritas que dice la promoción y...

Sebastian se aclaró la garganta, llamando tu atención.

—¿Acaso estás embarazada? —te preguntó, con una ceja alzada.

Lo miraste a su vez con la misma intensidad, pero un memorándum se te vino a la cabeza y técnicamente te recostaste sobre el aparador, donde el tipo tomaba tu orden. Miraste al tipo a los ojos y parpadeaste.

—¿Sí...?

—No se le olvide el postre, helado para una desdichada como yo —sollozaste falsamente, aunque realmente querías hacerlo—. Patética y sola como yo no va a encontrar más brígida, ¡yo, yo, yo, que no tengo más en la vida que un gato llamado Manny y una cuenta Netflix a punto de expirar! —te llevaste una mano al rostro y le refregaste con dramatismo, pero elevaste la mirada enseguida—. Ah, y se me olvidó pedir la bebida.

—¿Cuál sería...?

—Dietética.

Ambos hombres e inclusive los que esperaban pacientemente en la fila, te miraron con una expresión que decía «¿en serio?». Agitaste una mano en el aire.

—Sólo bromeo, quiero una Coca-Cola.




Estabas sentada en el sofá de tu casa, llorando en brazos de Sebastian. Él acariciaba suavemente tus cabellos y susurraba palabras de aliento mientras tú lloriqueabas por tu exnovio. Como un buen amigo, al oír la noticia, Sebastian acudió de inmediato, inclusive se ofreció a comprar toda la comida chatarra que llenaría el vacío que Chris había provocado en ti.

—Lo odio —dijiste nuevamente, soltando lágrimas de magdalena—, es un idi-idiota de primera. Y hay mucha clase de idiotas, tú eres un idiota, pero aún no has hecho nada lo suficientemente estúpido como para que pueda catalogarte, ¡Chris se lleva el premio mayor de los burros! Tonto, bastardo, Chris. Creo que... que...

—¿Que debes superarlo?

—Iba a decir que creía tener un rifle en el compartimento de la cochera y te iba a sugerir ir esta misma noche a su casa y hacerle una visita, pero sí, lo que tú dices también debería sacarlo de mi vida.

—Vamos, (t/n). Tal vez... sí, te engañó y sí, fue con una de tus mejores amigas, pero velo por el lado positivo, ahora tendrás que cuidar a Manny tú sola, no tendrás que preocuparte por nadie y podrás ver todas las series que quieras, eres editora, inteligente y hermosa, fuerte, vivirás tranquila, serena y...

—¿Se supone que eso debe de hacerme sentir mejor?

—Uhm, sí, supongo...

—Porque acabas de echarme en cara que seré una editora desdichada con un gato y nada más que series como vida social.

—Yo solo trataba de hacerte sonreír —subiste la mirada hacia él, ambos se quedaron unos momentos observándose. Hasta que Manny apareció y brincó entre ustedes—. Éste es el nuevo hombre de tu vida, cuídalo bien, ¿eh?

Rió alegremente, pero tú no estabas de humor.

—Seb, no estás ayudando.

—Claro —se aclaró la garganta—, perdón. ¿Te parece si comemos ahora y vemos Orange is the New Black?

Imaginas • Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora