Imaginas de Sebastian 'perrito rumano' Stan y tú-.
→ Si eres nueva, ¡bienvenida a los relatos de mi desordenada cabeza, espero que tengas buen viaje desde aquí hasta que te canses! Si ya habías pasado, pero no te has quedado y la curiosidad te mató...
—¿De dónde sacaste cerveza? —le preguntaste a Sebastian cuando apareció por el marco de la puerta con un pack de seis Heineken—. No recuerdo haber dejado una.
Se acercó lentamente, pero en el camino una prenda de ropa se le atoró en el pie y comenzó a agitarlo para quitárselo. Era uno de tus brasieres, él lo tomó y lo alzó, relamiéndose los labios.
—Las compré hoy. Tú no te diste cuenta.
—¿Cuándo? Estuvimos todo el tiempo juntos, nunca te perdí de vista.
— Sí, claro —dijo con sarcasmo, caminó hasta sentarse en la cama, las botellas tintinearon cuando las dejó encima—. (t/n), me fui por casi treinta minutos, tú seguías mirando delante de ti como si fueras alguna clase de zombie. Creo que hasta te robaron la cartera y tú seguías mirando un punto en la pared.
—No recuerdo.
Lo viste rodar los ojos y abrir una botella mientras se acomodaba en la cama. Señaló la pantalla.
—¿Qué película es?
—El exorcismo de Emily Rose.
—No me gustan las películas de miedo.
Le arrebataste la cerveza y bebiste un buen trago.
—Chupapelotas.
—¡Hey, sin insultos! —te quitó la botella de entre las manos y se bebió tooodo el contenido en un solo jalón. Hizo una pronunciada mueca cuando terminó, gruñendo—. Dios, quiero otra.
—¿Tan mala es mi compañía?
Emily Rose en la película se dobló y su espalda hizo un horrible sonido. Chilló igual que dedos pasándose por una pizarra.
—¿Está bailando?
—Está poseída.
—¿Es un nuevo paso?
Desviaste tu atención de la televisión hacia él y notaste algo peculiar. Sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos brillaban. Sacó otra botella, torpemente la abrió y volvió a darle un buen, buenísimo trago.
—Te faltó una gota —bromeaste, pero él lo tomó en serio y volvió a succionar la botella. Fue entonces que asumiste—: Estás ebrio.
Como niño pequeño dijo:
—Nooooooooooooooooooooo... —y para remate, hipó, se tapó la boca y te miró con ojos de cachorrito—. Esa fue la película, no yo.
—Fue simplemente hipo, no un eructo.
Él eructó entonces y suspiró.
—Me dio hipo.
—¡Eructaste, no fue el hipo!
—Ah —tiró la siguiente botella al final de la cama, que terminó por rodar hasta al suelo, donde estaba Manny recostado. El gato maulló furioso y salió corriendo. Sebastian rió histéricamente, señalando por donde se había marchado Manny—. Lo golpee.
Tomaste una buena bocanada de aire y lo dejaste terminarse las seis cervezas. La película ni siquiera había terminado y él ya estaba cantando la canción de La Sirenita.
—¿En serio? —preguntaste—. ¿La Sirenita?
—Bajo el mar, bajo el mar... Nadie nos fríe ni nos cocina en un sartén... Ahora que lo pienso, la película es muy cruel. El cocinero me da miedo.
Te tendió la última y vacía botella y la aceptaste, dejándola en la mesita de noche. Él siguió cantando sobre La Sirenita mientras te levantabas y caminabas hasta él, le quitaste los zapatos, la chaqueta y limpiaste la cama, lo acomodaste, él se dejó acurrucar contra las almohadas.
—Será mejor que ambos durmamos, Sebastian.
—Como digas, Ariel.
—Joder —gemiste cuando lo tiraste al centro de la cama, para que así no se cayera—. Debes bajar de peso, tu culo es muy grande.
—Muérdeme el trasero —murmuró adormilado—. Yo mordería el tuyo, jugaríamos a las mordidas. Sin dientes no hay amor, sin amor no hay dientes, por eso a los abuelitos se le caen la dentadura, ya dieron mucho amor y, ¡pum! Se caen, ¿eh? Oye, (t/n).
—¿Sí?
—Yo también te quiero mucho.
Sonreíste. Un ebrio nunca mentía.
—Somos mejores amigos, ¿no?
—Ah, ah —sacudió la cabeza con los ojos cerrados—. Me refiero a querer en serio, como mamá quiere a papá y como Bucky quiere a Steve.
—¿Estás confirmando Stucky?
—No... bueno, no sé. Lo que estoy confirmando es un tú y yo.
—No hay un tú y yo.
—¿Y si quiero que haya? —se giró repentinamente, abriendo los ojos y clavándolos en ti—. Te quiero, no como amigo. En un principio fue así, eras divertida y me agradabas mucho, pasar tiempo contigo se convirtió en mi actividad favorita luego de grabar, pero todo eso fue cambiando.
—¿De qué hablas?
—Me gustas. Así de simple. Me gustas y no sé cómo decírtelo —él vaciló—. Espera, acabo de decírtelo —parpadeó—. ¿Qué dices tú?
—Que acabo de romper con Chris y dudo que pueda abrir mi corazón a alguien tan pronto —alzaste la mano y tiraste su largo cabello hasta atrás—, pero eres muy dulce y mi mejor amigo.
—O sea... no gustas de Sebastian. Hombre, eso es triste... para Sebastian.
—No te confundas, te quiero mucho, sólo...
—No sabes si te gusto. Está bien, no hay problema. Te esperaré, pase el tiempo que pase.
Tu sonrisa flaqueó cuando él se giró y volvió a cerrar los ojos. Sebastian empezó a tararear nuevamente la canción de La Sirenita y, luego de unos minutos, se quedó dormido. Tú lo viste ahí, como un ángel, atractivo, bueno y amable.
Te preguntaste si quizá...
...
¡Fin!
¡Cada vez somos más! *bailecito feliz*
Aquí una descripción de lo que Seb quiere hacerle a Chris por romperte el corazón:3
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