Daímonas 2

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  No podía con todo esto, era mi culpa, por mi culpa el hombre que amaba había perdido su vida, su madre lloraba desgarradamente sobre su ataúd, yo solo podía mirar, estaba vacía, no podía llorar, ni reír, ni gritar, había muerto junto con el, solo quería haber muerto yo en lugar de el.

Un mes estuve encerrada en mi habitación hasta que colapse y fui hospitalizada.

Ahí estaba yo, tirada en aquella camilla inerte, casi sin vida, cuando aquella melodía de violín me despertó de un golpe de mi trance, estaba segura era la canción favorita de Leo, mi Leo estaba ahí en algún lugar, comencé a correr siguiendo la melodía y llegue a la parte mas alto del edificio la azotea, mire y había un hombre vestido todo de negro tocando un violín, no podía ver bien su cara, pero yo sabia de todo corazón que ese hombre era mi Leo, me acerque y el dejo de tocar, me miro y se acerco... era el, era Leo, podía verle claramente, solo había una pequeña diferencia sus hermosos ojos negros ahora eran rojos.

Sin moverse ni un centímetro y mirándome con esos intimidantes ojos rojos, me pregunto: "¿Quien eres?," luego de un mes sin poder mostrar expresión alguna, comencé a llorar, mi pulso estaba tres veces mas rápido que antes, mis piernas tiritaban, salte sobre el y le abrace con todas mis fuerzas, mientras lloraba y repetía una y otra vez, estas aquí, volviste...

Me miro desconcertado y se alejo, sus ojos comenzaron a parpadear como si se tratasen de luces intermitentes, comenzó a sujetar su cabeza con ambas manos con una expresión de dolor y gritó, de su espalda salieron dos enormes alas negras y de su cabeza dos cuernos rotos del color de su cabello, lo que recuerdo es que luego desperté en una habitación con suero en mi brazo, los médicos dijeron que me habían encontrado desmayada en la azotea del hospital.

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