Daímonas 59

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Leorio: ¡Aien!

Aien: Estoy bien, ve con Leo

Aian: Maldita niña...

Aien: No dejare que lastimes a nadie mas

Aian: ¿Que harás?, ¿Matarme?

Aien: Si es necesario si

Aian: Eso no te haría mejor que yo

Aquella mujer tenia razón, si le mataba eso no me haría diferente a ella, ¿que debía hacer para detener todo esto?, dude durante un instante, dude y ella se libero de mis manos, a diferencia de mi ella sabia controlar a la perfección sus poderes, simplemente desapareció.

Tal ves solo me tomo 1 segundo llegar hasta el jardín donde Leo se encontraba y aquella mujer ya tenia a Leorio entre sus manos, debía hacer algo

Aian: ¿Quieres oír algo interesante?

Aien: Déjalo ir

Aian: Tu amado esposo y este chico que esta entre mis manos...

Leorio: Cállate, no digas nada

Aian: ¿Estas asustado de que sepa la verdad?

Leorio: Jamas podrás lograr lo que deseas...

Aian: Tu amado esposo y Leorio no son padre e hijo, ellos son la misma persona

¿La misma persona?, ¿que estaba diciendo esta mujer?, que Leo y Leorio eran la misma persona... ¿como iba a ser eso posible?

Aien: ¿Que estas diciendo?

Leorio: No la escuches

Aian: Esa es la verdad estos dos son el mismo ser

Leorio ya me había dicho que Leo no era su hijo, el mismo lo dijo, entonces tal ves lo que esta mujer estaba diciendo era verdad, ¿pero como?, no lograba entender nada, mi pecho se apretó, mi mente estaba echa un caos, distraje mi atención de lo mas vital en ese momento y ella apuñalo a Leorio con sus dedos... me congele, ¿que estaba haciendo?, ¿que estaba protegiendo?

Aien: ¡Leorio!

Aquella mujer comenzó a reír descontroladamente mientras introducía su mano en el abdomen de Leorio, a su misma vez vi como el cuerpo de mi esposo comenzó a ponerse cada vez mas y mas pálido, nada tenia sentido

Aian: Te lo dije, son el mismo ser, mira como tu esposo pierde color mientras que Leorio se desangra, vez te estoy diciendo la verdad

No era momento de llorar, no ahora, había aprendido de mi padre que si pensaba en algo que deseaba hacer mi cuerpo respondería a ello, mientras mas fuerte fuese mi deseo mas rápido contestaría mi cuerpo.

Tome a Leorio por el pecho y vole muy alto con el, estaba muy débil y la herida le había debilitado aun mas, me miro y sus ojos se estaban tornando negros

Leorio: No la escuches... no escuches nada de lo que dice...

Aien: Guarda silencio no estas en condiciones de hablar

Leorio: Déjame, protege a Leo, ya puedes, estaré satisfecho si al menos tu y el niño se salvan

Sus palabras hicieron eco en mi corazón, aunque se suponía era el angel mas fuerte en la faz de este mundo, nuevamente no estaba haciendo nada, aun seguía sin poder proteger a nadie, no pude contener mis lagrimas y aquella mujer venia siguiéndonos, solo quería salvarle, se estaba desangrando, era como aquel día en que Leo murió de la misma forma, solo podía llorar y pedirle a Dios que no se lo llevase, pero yo sabia que eso no era suficiente y esta vez no seria la excepción, tenia que hacer algo o el iba a morir.

Dentro de mi sentí que alguien me dijo besale, solo besale y traspasa tu poder a el, descendí entre los arboles del bosque y le recosté, sin dudarlo me acerque a el y le bese, mis lagrimas comenzaron a flotar en el aire, dentro de mi solo rezaba para que esto funcionase, lentamente abrí mis ojos y sus heridas se habían cerrado, sus ojos ya no estaban negros, volvían a colorarse de un hermoso tono azul.

Leorio: ¿Que es lo que hiciste?

Aien: No lo se, solo escuche una voz en mi cabeza que decía que si te besaba mejorarías y tus heridas sanaron

Aian: Esa maldita habilidad de la realeza es muy inconveniente

Aien: Aléjate si das un paso mas no me importara manchar mis manos con sangre para proteger lo que amo.


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