Daímonas 3

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  Yo estaba segura de lo que había visto, yo sabia que el era Leo, pero, ¿realmente era el Leo que yo había conocido?, subí a la azotea día tras día hasta que fui dada de alta, pero no volví a verle, no quería seguir sufriendo, así que me dije mil veces a mi misma que había sido un sueño.

Una noche mientras dormía, entre sueños creí ver a alguien parado frente a mi ventana, pero al levantarme lo único que había era una pluma negra, no, no era un sueño, era el, esa pluma no era de un cuervo o de algún pájaro, tenia su aroma, abrí las ventanas y mire hacia todos lados, grite su nombre con todas mis fuerzas y llore, el no apareció, creí que iba a volverme completamente loca, pero valía la pena si podía verle una vez mas.

Mamá: Aien, ¿estas segura de estar bien?
Aien: Lo estoy.
Mamá: Hija, todos somos cocientes de que la muerte de Leo te afecto mucho, pero el ya esta en un lugar mejor y tienes que dejarlo ir
Aien: Leo esta aquí mamá el no se a ido
Mamá: Hija...
Aien: Si solo pudiera verte una vez mas, podría estar realmente segura de si eres Leo.

La incertidumbre me estaba matando, ya no podía más con esto, tenia que saber la verdad o realmente me iba a volver loca, así que fui al único lugar que odiaba en el mundo, espere a que fuese de noche y mis padres durmieran y salí.

Tres meses eran ya desde su muerte, camine por todo el parque hasta llegar al lugar donde me habían arrebatado lo que mas había amado en la vida, en el cemento aún estaba impreso el dolor, su sangre seca aun estaba ahí, me arrodille justo donde el había perecido y solo sentía dolor en mi pecho, esta vez parecía doler aun mas que la primera, no quería llorar, sabia que no merecía llorar.

Aien: Dios, ¿porque?
Aien: Si yo no hubiese venido hasta acá
Aien: Todo es mi culpa

En ese entonces sentí los pasos de alguien, me asuste y mire, sentí claramente como mis pupilas se dilataron, era el nuevamente, no, esta vez no era un sueño, ni ninguna vez lo había sido, me pare y le mire sin desviar la vista, no decía nada, ni una sola palabra, siquiera parecía respirar, solo me miraba, entonces le dije:

Aien: Leo, ¿eres tu?

Me miro un par de segundos sin decir nada, a lo que continué :

Aien: Aunque luces un poco diferente, tu olor y sensación es la misma, yo se que eres Leo

Me miro y se acerco un poco, entonces respondió:

Leo: Si realmente soy ese Leo del que hablas, debes saber que estoy muerto
Aien: Lo se, te vi morir entre mis brazos...
Leo: ¿Porque lloras?, ¿porque siempre estas diciendo mi nombre?,¿ porque cada vez que te veo mi cabeza y mi pecho duelen?
Aien: Eso es simple, yo, siempre te e amado Leo

De nuevo sus pupilas se dilataron y sus ojos comenzaron a brillar intermitentemente, nuevamente gritaba de dolor, intente acercarme a el, pero sus alas cubrieron completamente su cuerpo y de nuevo me desmaye, estuve dos días dormida.  

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