Capitulo 17

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TRES COSAS INDISPENSABLES QUE DEBES SABER SI VIVES EN EL MUNDO DE LO MÍTICO DONDE SOLO SEIS VAMPIROS SON TU FAMILIA Y LAS SOMBRAS TE ACECHAN Y ERES UNA SIMPLE HUMANA... Y PARA COLMO NIÑA, SEGÚN MATTHEW:

Número uno: Nunca, nunca, hagas contacto visual con las, denominadas sombras.

Número dos: Ignorarlas es la mejor opción que hay, si no les prestas mayor importancia de la que deberían se irán solas.

Y ultima pero no por eso menos importante, regla número tres: Jamás de los jamases les tengas miedo, no te pueden hacer ningún tipo de daño, no te puede tocar, ni herir ni nada que se comprometa con lo físico.

No con lo físico pero que tal con lo psicológico.

Cierro el diario poniéndole llave y ocultándolo en uno de los cajones del baño, coloco la llave que encaja perfectamente en la pulsera que me dio Peter y me dedico rápidamente a cepillar mi cabello con un poco de agua para que no se esponje.

La sorpresa fue completamente nula cuando me desperté en mi cama a la mitad de la noche, seguía atontada pero después de algunos minutos el sueño en lugar de volver se iba dándome la oportunidad de moverme en mi cama destendiendola completamente.

Aún recuerdo como el aire frío se colaba al cuarto cuando yo estaba más que segura que había cerrado todo desde la ves que traje a Pan. Di un brinco saliendo de la cama y camine atropelladamente al ultimo cuarto del pasillo, el de Matt.

Estaba despierto y me sonrió cuando me vio entrar, como si me estuviera esperando, tenía una ligera sensación de molestia en mi brazo izquierdo pero no dije nada pensando en que desaparecía por si solo.

Comenzamos a hablar con Matthew de cualquier cosa mientras me acurrucaba en su cama sin sueño y me reveló unas cuantas cosas de que hacer cuando las sombras aparecieran, aunque habíamos dejado más que claro que se trataba de algo más que simples sombras, dijo que nos considerara como "Tips de supervivencia" y lo tome tan enserio que las repase en mi mente hasta quedarme dormida y las apunte en el diario para tenerlas siempre, algo así como precaución por si a mi cerebro se le ocurre volver a olvidar ocho años de mi vida.

Amarre mi cabello en un moño cuando el intento de que no se pusiera esponjado fracaso, salí del cuarto y cuando bajaba las escaleras me puse la camisa a cuadros rojos encima de la de tirantes blanca yendo a la cocina donde los chicos estaban ayudando a Mariana.

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