Capitulo 20

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Malditas drogas.

Me dijeron que no eran dependientes y me salen con esto.

Apenas terminamos la semana y las pastillitas mágicas se acabaron, el bote semi lleno se acabo.

Cuantas pastillas pude tomar estos dos últimos días ¿15? ¿Más de 15?

Las use para estar despierta en clase, para poder sobrevivir las tardes en casa, y para dormir en la noche que era donde abusaba más.

Mañana es sábado de películas pero sigo bastante deprimida para hace el maratón, preferiría estar en mi cuarto con más helado y leyendo aquel eterno diario que parece no acabar con las cosas que escribo todos los días.

Temas como el amor, la familia, las alucinaciones, las drogas y los pensamientos idiotas se plasmaron en sus hojas hace no mucho tiempo, agradecí internamente el haber colgado la llave en la pulsera que me dio Peter y no colgarla en el collar como hacia anteriormente.

—Anderson.

—Yo no fui.—Dije balbuceando despertando por el golpe que se escuchó cerca, el profesor de artes estaba frente mio.

—¿Me puede repetir lo que dije?- Preguntó cruzándose de brazos, me senté mejor y reprimi un bostezo.

—No.—Conteste y espere a que se diera vuelta para volver a poner no cabeza en mi mochila que estaba arriba de la mesa.

—¿Qué te pasa, Cielito?— Preguntó Ángela burlándose al decir lo último.

—Se acabaron.—Dije y con manga de la sudadera limpie la baba que había salido de mi boca.

—¿Qué? ¿Todas?— Preguntó sorprendida y tuvo que reprimir una risa al ver que el profesor no nos quitaba la vista de encima.— Wow, eso es adicción.— Escuche que se burló pero no le hice demasiado caso.

Pedro salio del país, si, intercambio de escuela, no me dijo nada, y no hemos hablado desde aquello, con Emily las cosas van de mal en peor, me pidió disculpas reiteradas veces y la perdoné, pero dice a después de eso no puede verme la cara sin acordarse de lo que hizo, ahora me evita a toda costa.

El timbre de la última hora sonó e hizo que me sobresaltara, tomé mis cosas con pereza y con Ángela fuimos al edificio más retirado para limpiar los últimos salones.

—¿Traes el frasco?—Pregunto una vez que estábamos dentro de aquel lugar, tarde en reaccionar y cuando negué ella bufo. Buscó algo en su mochila y sacó una pequeña bolsa de plástico, sacó un frasco amarillo donde sabia de sobra que había dentro y vacío algunas pocas pastillas a la bolsa.—Ten. Procura que te aguanten hasta la siguiente semana, papá sospecha de las recetas.— Dijo pero me importaba poco lo que pensara su papá, abrí la bolsa y saque dos pastillas que tanto me hacían falta.

Ahora si, a trabajar.

•••

Ian estaba esperándome en el mismo lugar de siempre después de que terminaramos con la limpieza de los salones, estaba recargado en su nueva moto, llevaba una chaqueta de cuero negra también nueva y se veía jodidamente guapo con lo que llevaba, una camisa blanca y un pantalón oscuro con unas botas, su cabello estaba despeinado y sus rulos casi no se notaban, me guiño un ojo cuando noto que lo estaba viendo y le arrugue mi nariz desde donde estaba.

Las pastillas ya no eran como en un principio que hacían efecto inmediato, ni con dos reaccione por lo que seguía atontada.

—Enana.— Saludó mirándome con una sonrisa y me apresure a llegar a su lado, abrió los brazos esperando un abrazo y lo hice, acomode mi cabeza en su pecho y de no ser de que me tomara por los hombros hubiera caído dormida ahí mismo.

Viviendo con VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora