9. Winnie la platónica

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2002

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2002

Habían pasado meses, lograba verme completamente normal mientras trabajaba, socializaba y hacía las típicas tareas de una adolescente que se ha quedado en espera para la única universidad a la que quería asistir. Pero la verdad es que no encontraba gran cosa o sentido a lo que hacía, me agotaba, me hacía sentir para nada diferente a lo que me había levantado a hacer ese día.

¿Y Trevor? Ni siquiera quería hablarme, de seguro Mark había abierto la boca. No importaba, no quería tener que ser la groupie.

En cambio, estaba juntándome con una chica, una que practicaba roller derby, había acabado la universidad y tenía licencia para beber. Pero no es que fuera una mala influencia, porque para eso yo era bastante indecisa y terminaba hartándola, al final llegábamos a un punto medio en el que me sintiera cómoda. Me llamaba su "ángel personal", porque era su contraparte buena y de cierta forma ingenua.

—¿Entonces no sales con nadie? —ella pregunta mientras estaba fumando. Me había invitado a su apartamento muy temprano, y ambas estábamos desayunando— No desperdicias tu juventud, bien hecho.

—En realidad, creo que no he conocido al correcto —añadí con algo de vergüenza, encogiéndome de hombros.

—¿El correcto? Sólo es alguien que llena los cuadros en tu lista —apaga su porro de marihuana para mirarme (a través de sus gafas oscuras)— ¿Es lindo?, ¿tiene dinero?, ¿puede cuidar de ti cuando estás enferma?, ¿puede resistir a cogerse a otra?...¿No crees que eso es una porquería? Sólo estamos perpetuando un concepto arcaico en el que las personas buscan pareja para simplemente no sentirse solas.

Se frotó la sienes con irritación.

—Ni me hagas pensar eso. Creo que necesito un trago —se retira para buscar algo de licor.

Sam era una chica atípica. Era joven, pero había vivido lo suficiente para maldecir a todo lo que se moviera. Para el momento no me había dicho porqué, pero lo sospechaba por su rotundo odio a las relaciones. No se engañen, llegaba a ser cálida en muchos momentos, sólo era cuestión de esperar unos minutos.

Cuando volvió a la mesa, sostenía una copa de vino, con las gafas en la cabeza y una sonrisa. Las pecas le resaltaban la mirada juguetona.

—Y dime, ¿alguien te ha desflorado? —Sam levanta una ceja, mientras que yo estuve apunto de escupir mi café...aunque en realidad teníamos mucha confianza.

—Sí —asiento con incomodidad. Sam se inclina hacia el frente.

—Increíble, te ves demasiado inocente —dijo estallando en risas— . Es enserio, no pareces capaz de ello. Aunque la miel atrae...—susurra— a muchos.

Y bien, era tan incapaz de recibir sus señales, que simplemente no estaba segura de lo que hablaba. Sam rió, entonces me da un beso en la mejilla.

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