2002
Lograba sentir claustrofobia estando rodeada de tanta gente hablando de cosas estúpidas. A mí no me importaban las relaciones interpersonales, o el drama, o si me parecía guapa tal persona, o si tendría sexo con ese mismo. Pero es difícil que te tomen enserio cuando tienes dieciocho y entramos a una era donde se veía como inaceptable que uno no fuese extrovertido.
Sin embargo, no era culpa de Mark ser tan escéptico, al menos tenía el coraje para no mentir sobre lo que pensaba.
Como si se tratara de una iglesia para los escritores, me senté en una cafetería, acompañada de una libreta, un café negro y mi mano tentada a llamar de inmediato a Mark. Tenía los inquietos sobre los números, no sabía qué decirle. Terminé metiendo de mala gana el teléfono de nuevo en el bolso.
Me quedé mirando la libreta, como niña tonta sólo podía escribir cosas que luego me recordaban a Mark. Tuve que pasar la hoja e intentar pensar en otra cosa.
Nada. Estaba bloqueada. Como supersticiosa, sabía que eso sólo me pasaba cuando alguien se me quedaba mirando, me hacía sentir vigilada y presionada inconscientemente. Busqué en los alrededores, hasta que vi que un chico al otro lado de la cafetería se escondía como un topo.
Terminé mi café, despacio, como si no hubiese visto nada. De improviso, cuando sentí que de nuevo me veía, levanté el dedo medio y luego lo miré por encima de mi taza, fue gracioso cómo se quedaba mirando, sin saber qué hacer.
Fui a su mesa aunque viera el miedo en sus ojos. Me senté en frente de él, con actitud animada. Parecía estar un poco tímido conmigo.
—Winifred —estiro mi mano, él la estrecha— . ¿Algo qué decir para salvar tu trasero?
—No —se limita a decir mientras cerraba un cuaderno y lo alejaba con actitud sospechosa.
—Bien —me cruzo de brazos.
El chico se queda mirándome de nuevo.
—Tienes lindos ojos —dice en tono bajo.
Cuando captura mi atención, abre el cuaderno y lo pone en frente de mí.
—¿Te incomodé? —pregunta algo más relajado, inclinándose hacia el frente con tal de ver mis reacciones— Normalmente vengo aquí cuando estoy en blanco.
—Misteriosa coincidencia —subo los ojos a su cara. Él me sonríe— ...aunque yo no dibujo, mucho menos así de bien —miro de nuevo al cuaderno— . Soy más un intento de escritora. ¿Tú...?
—Ilustrador de cómics, escritor y artista —responde como si no fuera la gran cosa.
—Increíble —deslizo el cuaderno a él.
—Creo que sólo fue cuestión de suerte —se encoge de hombros.
—La suerte no existe —cito justo lo que me había dicho Mark. Sonrío por lo bajo.
—No, claro que no. Te tengo justo aquí, aunque eres hermosa, eso no es suerte —dice con sarcasmo ligero, haciéndome reír— . Soy Nathan, por sí te interesaba.
—Pensaba sólo decirte "Chico" —arrugué la nariz recordando que no hice la pregunta más básica para conocer a una persona.
—Disimula todo lo que quieras —niega con la cabeza, sonriendo— . Así que...Winifred, ¿sobre qué escribes?
—Realmente son fragmentos —le doy mi libreta— . Es sobre una mujer de los años sesenta, viuda, está recapitulando su vida y organizando sus prioridades. Se casó a los veinte años, su esposo murió en la guerra unos...tres años después. Entonces, tiene este vacío existencial que sólo logra llenarse con esta onda hippie, hierba y...amor.
Se volvió a mirarme sonriendo aún.
—Aunque bueno, se enamora quizá del hombre del que menos debería hacerlo, porque es un espíritu libre y no la quiere, aunque es muy bueno con ella. Es un sujeto alocado, fuerte, rebelde, obsesionado con la libertad —chasqueo la lengua— ...nadie lo conoce de verdad.
—Son buenos fragmentos, casi parece que quisieras apuñalar a alguien —dice entre risas mientras sigue atento, leyendo— . ¿Quién te lastimó así?
—¿Por qué lo dices? —lo cuestiono.
Él levanta la mirada, se encoge de hombros y planea lo que dirá en unos breves segundos.
—La ira es tan ferviente, que parece real —me mira fijo— . Aunque, bueno, lo haces demasiado bien.
—Podría decirse que la ira es como mi novio —niego con la cabeza— ...bueno, la ira es un sentimiento que tengo constantemente.
—¿Siempre eres así de nerviosa?
—Nunca —respondo irónicamente con los ojos intentando no hacer contacto con los suyos— . Es sólo que...se me hace complicado saber qué tipo de cosas son reales.
—¿Reales?
—Ya sabes —miro por la ventana— , lo que es usual.
—¿Qué es usual?
—Que no andes pintando gente extraña —tomo mi bolso para luego levantarme— , y que después vengan a hablarte sobre su vida a la ligera. Es algo jodido, ¿no crees?
—Supongo —responde al cabo de unos segundos. Me extiende la libreta, sin soltarla— , pero estaría más jodido romper las estadísticas.
—¿Estás loco? —le quito la libreta de la mano y le sonrío como si estuviese delirando— Por más que las películas nos den el coraje y nos den la imagen que una relación espontánea con un extraño es una brillante idea, en realidad no lo es. No tienes idea de si con quien sales es un psicópata, si te miente con respecto a una enfermedad venérea, si te va a secuestrar...No tienes idea.
—Winifred, no te estoy diciendo que directamente deberíamos ir a mi apartamento para que nos acostemos —se levanta— . No tengo problema en que seamos compañeros de cafetería y si nos vemos, charlemos y nos desahoguemos. ¿Bien? No soy un tío raro que quiere ponerte las manos encima. ¿Bien?
—Así que... ¿ya me metiste en un compromiso? —le digo mientras le sonrío. Lo veo entrar en pánico.
—No quise...
—Eso es dulce, ¿por qué no? —me encogí de hombros.
En cuestión de segundos, su semblante nervioso, se relajó. Con algo de incomodidad, le di un abrazo y salí de allí.
Estaba tan agradecida por haberme ido de la casa de Mark, amaba que ese tipo de situaciones ocurrieran porque sabía que tendría el control y no era un sujeto raro que guardaría una servilleta donde hice un garabato, sólo porque me quiere, a muchos se les hará normal, pero a mí se me hacía escalofriante. El afecto tenía su lado oscuro, no saben lo horrible que era simplemente pensarlo.
Sin embargo, a lo largo de los meses, lograba encontrarme con Nathan varias veces en la cafetería. A horas inesperadas, en días inexactos. Lo había visto eufórico, pusilánime, distante, cálido, y lo increíble era su franqueza, lo extravagante que lograba ser...Era extraño, porque no me encariñaba con personas desconocidas de forma tan fuerte.
Pero fue suficiente como para que al año siguiente comenzáramos a salir, sorprendiendo a casi todos. Era la combinación rara que nadie se esperaba. Mucho menos Mark.
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Self Conscious
RomanceSelf Conscious es la historia de Mark y Winnie, quienes salieron por tres años, los cuales fueron una tremenda confusión por el misterio metafísico que había entre ambos. Todo comienza con una entrevista y lo que se cree como amor a primera vista. S...