33. Rápido e indoloro

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2008

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2008

Apenas abro los ojos noto que Winnie no estaba ahí. Sin más, restriego mi cara contra la almohada una última vez como acto de cansancio. Debían ser las ocho cuando decidí levantarme, era completamente ingenuo a mi alrededor, no alzaba ni la más mínima sospecha.

Como si se tratara de una linda sorpresa, veo mariposas amarillas colgando hasta la altura de mi cabeza. Me quedé viéndolas con una sonrisa estúpida.

En el balcón colgaba algo distinto, rectangular y blanco. Era una carta.

Como idiota tomo el sobre, notando que algo se cae justo en ese momento. Al mirar al suelo no me lo creí, tuve que tomar al pequeño objeto en mis manos para poder asegurarme: El anillo de compromiso que le había dado a Winnie.

Extrañado, abrí el sobre:

Querido Mark:

Lamento tener que decirte esto, me marcho.

              Winifred Anderson

En mi cabeza sólo pude concebir una palabra:

...me marcho
...me marcho
...me marcho
...me marcho
...me marcho

¿Qué demonios estaba pasando? En la noche había estado tan cariñosa y tan risueña. Pero ya me daba cuenta que de hecho sabía cómo ocultarse.

Al instante se me vino a la mente llamar a Sam y a Lucy, ambas me respondieron casi lo mismo: Lo lamento, Mark. No puedo decirte, se lo prometí a ella. Es una decisión seria. Dijo que cortaría la comunicación si llegabas a enterarte.

Por primera vez en años, me eché a llorar, realmente no entendía el comportamiento errático de Winnie. Estaba mirando ese pequeño anillo de amatistas, como lo que habría dicho en otro tiempo La descripción de un decrépito perdedor.

Esta vez había sido la cereza del gran desastre que tanto amaba. Un viaje que a mí mismo me pareció extraño, pero que aún así quería tener. Ella era sublime, aún si era sólo una persona.

En cuestión de segundos todo ya me parecía vano y normal, sin nada de magia. Bienvenido al mundo real, pensé.

Me levanté del rincón al que me eché a llorar para seguir adelante, dar las buenas nuevas a mis amigos y resignarme a ser un mediocre muchacho en un mundo tan estúpidamente plano.

Al principio sólo le avisé a Derek, creí que era apropiado saber qué opinaba:

—Querer casarse con ella era precipitado —habló antes de beber de su cerveza— . Winnie era extraña. ¿Recuerdas esos estudios? Se me hizo raro cuando los cerró de repente...Ahí debiste darte la pista de que era errática o tenía personalidad múltiple, o lo que sea. No es la misma persona cada vez que vas a verla, sino que ella muta o algo. Primero está enojada contigo, luego llora al verte...

—A eso se le dice desarrollo de la personalidad, no eres la misma persona en todo tiempo, siempre habrá algo que cambie tu patrón de pensamiento —contesté con tono cansino.

—Te deja y aún la defiendes, ¿te contagió? —Derek se burla.

—No es una enfermedad, estás siendo inmaduro —me quejo mientras veo a la ciudad a mis pies, nunca le tuve miedo a las alturas— . Winnie podía ser errática, pero tenía sus razones, nunca supe cuáles.

—¿Que la gente muerta se lo dijo? —añadió en tono de burla.

—¿Por qué eras más abierto con respecto a ese tema con Winnie? ¿Acaso estabas fingiendo? Eso es enfermo —finjo desinterés.

—No, eran cosas ciertas —sonrió ladeando la cabeza— . Es como si tú supieras sobre dinosaurios y la única persona que comparte tu interés es alguien a quien casi no le hablas. Yo sólo quería compartir mis experiencias, pero ella iba muy lejos con lo de las vidas pasadas y la muerte...Llegaba a darme miedo andar con ella.

—No seas duro con ella...

—Te dejó —soltó una risa seca— por alguna razón estúpida.

Me quedé callado, guardándome las ganas de argumentarle.

—¿Qué hay de ti? —digo en voz cansina una vez más.

—Estoy saliendo con alguien, pero parece no ir enserio...

—Entonces será mejor que termines la relación, en vez de desperdiciar su hermoso tiempo —explico con lógica.

Derek se echa a reír.

—Ni modo que la deje, es sexy —me palmea el hombro y por poco dejo escapar mi ira.

—Eres un idiota. ¿Qué tiene que ver que sea sexy con que sigas con ella? —me sacudo de su mano para levantarme— Llama si alguna vez maduras.

Me fui de ahí lo antes posible. Me parecía poco agradable la forma en la que hablaba de las chicas, no entendía cómo es que seguíamos siendo amigos, quizá por mi actitud de querer llevarme bien con todos, odio los disturbios.

Lo irónico es que una de las tantas profecías que Winnie hacía mientras jugaba a las cartas conmigo, se hizo realidad: "Derek va a calmarse apenas le llegue un bebé a los brazos, tendrá una esposa con gran carácter que sin duda lo hará madurar. Es cruel, pero es la verdad, le sobra testosterona y oí que esa es la única manera de librarse de ella."

Y era verdad, esa novia que no tomaba enserio era la madre de su hija, Madison. Vaya, vaya, odiaba a las mujeres y ahí le venía encima la ironía.

Definitivamente se había calmado a la llegada de Madison, así que por fin podíamos hablar con tranquilidad y sin ninguna inmadurez machista que tanto me repudiaba, incluso en Trevor.



—Amabas tanto a esa chica —esta vez quien hablaba era Sam, la había encontrado en una reunión con propósito desconocido— , no me extraña que no hayas podido olvidarla.

—Es lo único que quiero hacer —dije lamentándome. Ya había pasado tanto, era diciembre, cuando ella me había dejado en febrero— . ¿Estás segura que no puedes decirme dónde está?

—No, dijo que cortaría comunicación si lo hacía —levantó su copa de champaña para darle otro trago— , lo mismo le dijo a todos, incluyendo a Lucy.

—¿Quiénes son todos? —pregunté por curiosidad.

—No lo sé, se lo dijo a más gente pero no tengo idea de quiénes —se encogió de hombros. Después de un suspiro, me miró con pena ajena— . Bueno, supongo que quieres estar solo...

—No —la detuve apenas lo dije— , sólo quiero hablar con alguien.

—Yo no soy nadie, sólo una amiga de tu ex —me señaló ladeando la cabeza— . No creo que podamos hablar de mucho. Y no quieres hablar de ya tú sabes, así que no me dejas alternativa.

—Está bien —asiento— . Cuídate, además vigila que ella no haga cosas estúpidas.

Sam asintió incómoda, como si quisiera decir algo pero fuera incapaz de hacerlo.

—Adiós, Mark.

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