19. Así habló la profetisa

17 1 2
                                    

2004

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

2004

El tiempo había pasado, cada vez estaba más cerca de los veintiuno además de tomar un empleo serio que no consistiera en organizar vinilos, entregar negativos y paquetes mientras podía escuchar música con un artefacto poco práctico en la cadera.

Durante breves descansos de mi crisis existencial, los pasaba con Tyler o en su defecto con Sam, que ya no tenía tiempo a causa de su nueva novia.

Ese día en especial estaba con Tyler, de por sí él no tenía nada qué hacer, así que lo único que pensó fue llevar una pipa y empezar a fumar en mi habitación.

—Eres patético —le dije mientras él estaba recostado a mis pies.

—Pensándolo bien, no hay muchas cosas que se puedan hacer. Digo, no todos los días podemos saltar de un avión o un puente, o estar de fiesta...se hace aburrido —Tyler se encoge de hombros.

—¿Y pensaste en mí porque no hago nada de eso? —pregunté intentando no reír.

—Quizá —responde como si nada.

—Tienes suerte de que no te golpee —amenazo en medio de risitas.

—Sí, porque no tienes coraje —se sienta a mi lado, en el suelo de la habitación— . Es decir, ni siquiera puedes mentir.

—Me parece divertido ese momento en el que la gente se indigna cuando digo la verdad, pero eso no quiere decir que no haya mentido —levanto una ceja al mirarlo.

—¿Cuál es la mentira más grande que has dicho?

—Ni de loca te lo digo, no quiero testigos —le dije al oído.

Tyler voltea el rostro, no duda en besarme. Sabía que ni para él, ni para mí era la gran cosa. Estábamos solos, aburridos y un poco confundidos. Por lógica podría saberse que no nos habíamos quedado besando como en las películas, sino que íbamos más lejos a esa parte en la que la mayoría de personas le grita al protagonista que no lo haga por motivos morales o éticos, porque era lo indebido e iba en contra de sus sentimientos y el final feliz.

¿Quién diría que esta soñadora de ojos abiertos se rendiría tan fácil a esta película y le daría un giro más personal? De hecho, ya no me importaba nada que no se tratara de mí o de alguien en apuros, lo demás se me hacía irrelevante, falso como todo. El final feliz nunca existiría, sólo sería un corto lapso de tiempo en el que podría ser feliz de una manera totalmente inesperada. Hasta entonces, prefería andar como siempre, sin ninguna preocupación.

Una vez dada por terminada la breve sesión, Tyler sólo se acomodó la ropa y salió de allí sin decir nada.

Suspiré. Entonces saqué mi máquina de escribir con la esperanza de ocuparme en ello, escribir. Pero después de unos minutos, no se me ocurría nada. Estaba bloqueada.

Self ConsciousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora