Una misión

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-Maldita sea. Nunca va a salirme esto.

Suspiré.

-Tranquilízate, Hermione.

Ella frunció el ceño y arrojó la varita al suelo.

-Es que no puedo hacerlo y eso me frustra. En serio.

-Ya nos dimos cuenta.-Dijo Ginny acercándose.-¿Quieres que te ayude?

Los demás miembros del ED ya casi habían aprendido todos, incluso Neville había podido hacer salir una bruma plateada de su varita.

-No. Es muy tarde ya, Gin. Mañana la ayudas.-Dije mirando mi reloj.

Eran las tres de la mañana. Por suerte al día siguiente no había clases, pero no podíamos seguir allí eternamente. Algunos miembros hasta parecían a punto de dormirse.

-Está bien.

-Sonorus.-Apunté a mi garganta y empecé a hablar más alto.-Bueno, equipo. Estoy orgulloso de ustedes y sus logros. Espero que puedan seguir practicando a escondidas. Es tarde, así que cerremos ya esta sesión del ED y vamos a dormir. Mañana o pasado revisen sus monedas. Así veremos cuándo es la siguiente reunión.

Volví a hechizar mi tono de voz y miré la Sala de Menesteres. Vaya, de verdad necesitaba un descanso. Moría de sueño. Estaba teniendo alucinaciones. Si no, ¿Qué hacían Ron y Hermione escondidos detrás de un espejo?

Me acerqué mientras la sala se iba vaciando. Escuché un sollozo.

-No, Herms, no llores...

-Es que no me va a salir nunca...

Hermione estaba sentada con la espalda apoyada en la pared y las rodillas flexionadas en el pecho. Había enterrado su rostro entre ellas y lloraba.

Ron estaba agachado a su lado, con una mano en su espalda y otra en una rodilla de ella. Le daba temblorosos golpecitos intentando calmarla.

-Claro que sí. Eres la mejor bruja de nuestra edad.

Volteé a ver la sala. Estaba vacía. Suspiré.

-No puedo hacer un estúpido animal plateado. Hasta un ratón podría, y yo no puedo... Soy una inútil...

-Sería un ratón animago si pudiera hacer cualquier hechizo.-Bromeó mi amigo.

Hermione soltó una risita. Ron sonrió. Su plan funcionaba.

-Anímate, o tendremos que pedirle a un ratón que ocupe tu lugar en el ED. Y no sería de mucha ayuda en caso de tener que pelear contra Umbrigde. Alguno de esos asquerosos gatos de la decoración de su despacho podrían comerse al pobre ratoncito.

Hermione volvió a reír.

-A ti no querrían comerte. Bueno, no es que no querrían, quiero decir, cualquiera querría comerte...

Ron se dio cuenta de que acababa de meter la pata y se sonrojó.

-Quiero decir...

Hermione soltó una carcajada. Levantó su vista hacia Ron y lo abrazó.

-Gracias...

Él, sorprendido, me miró. Sonreí. Entonces se animó a corresponder el abrazo y estrecharla con fuerza.

-No hay de qué. Ahora promete que no vas a frustrarte por un hechizo.

Ella se separó de él, manteniendo sus brazos en su cuello, frunciendo el ceño.

Estaban muy cerca. Muy cerca.

-Es que no me sale...

-Ya, pero no llores. Recuerda lo del ratón.

Wingardium Leviosa [Romione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora