La Durmiente y los Siete Elfos Domésticos

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Érase una vez, en una aldea muy, muy lejana, una chica llamada Hermione Granger.

Se preguntarán qué tenía de particular.

Pues que era una bruja. Literalmente. Pero no por su carácter, que era dulce y encantador, sino porque tenía místicos poderes.

Su madre había muerto cuando ella era pequeña, y su padre había vuelto a casarse con una mujer viuda, pensando que su niña necesitaba una madre.

Pero apenas murió el hombre, la madrastra quiso quedarse con todas sus propiedades y terrenos, y adueñarse de todo lo que creía suyo por derecho. Tanta ambición la volvió una mujer extremadamente huraña y malvada.

Su pobre hijastra, ahora huérfana, se crió como pudo, aprendiendo, gracias a sus poderes, a comunicarse con los animales del bosque mediante la música que cantaba.

La malvada madrastra detestaba a su hijastra porque sabía que en cuanto se hiciera mayor de edad, debería cederle todas las propiedades de su difunto padre.

Entonces llamó a un abogado para ver qué podía hacerse.

Cuando éste llegó, miró a la pequeña, que cantaba afuera.

-Vaya, qué niña tan bonita.

La madrastra no dijo nada.

-Algún día sin duda será la más hermosa de todo el distrito. Y con estas propiedades pasará a ser también la más rica.

La madrastra era considerada una mujer muy hermosa, por lo que el comentario le molestó bastante. Pero no toleró saber que su hijastra podría disponer de todo lo que era de ella.

Tomó una decisión drástica.

Gracias a unos libros de objetos mágicos que encontró en la biblioteca, logró encerrar al abogado en un espejo viejo que estaba en la torre más alta de su casa.

-A partir de ahora no podrás mentir. Tendrás que decir la verdad.

-Las propiedades serán tuyas cuando tu hijastra se vuelva fea.

Eso fue la sentencia de la pobre Hermione.

-Bien. Entonces mientras yo sea la más bella del distrito, todo esto será mío.

Era una mujer muy vanidosa y le gustaba creer que jamás nadie podría superarla en belleza.

Durante años y años, la malvada madrastra le preguntaba al abogado:

-Espejito, espejito, ¿Quién es la más hermosa de esta tierra?

Y el espejo respondía:

-Usted, señora.

Los años pasaron. Hermione dejó de ser una niña. Pasó a ser mayor de edad, pero al no haber nadie que le hubiera dicho que las tierras serían suyas por derecho, no las reclamaba.

Pensando que así la afearía, la madrastra la obligaba a actuar como su sirvienta y a vestir ropas viejas y gastadas.

Hermione vivía sin poder casi usar sus poderes porque no tenía los elementos adecuados. No sabía que su madrastra coleccionaba objetos mágicos y libros sobre la magia en el sótano. Y jamás bajaba allí puesto que siempre estaba cerrado con llave y cerrojo.

Un día, Hermione estaba en el jardín de su cabaña, como de costumbre, estirando la ropa, y comenzó a cantar.

Ese día, un cansado mago, que estaba huyendo de la persecución mágica en Europa, recorría esas tierras cuando escuchó una maravillosa voz que provenía de las cercanías.

Wingardium Leviosa [Romione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora