Wingardium Leviosa [Romione]

Lágrimas

El labio inferior de Hermione comenzó a temblar mientras escuchaba cómo el Ministro hablaba sobre Dumbledore y las obras de bien que había hecho en su vida.

No podía creer que él se hubiera ido.

Vamos, era de esperarse de cualquier otra persona, pero... ¿Dumbledore? ¿En serio?

Un sabor amargo se agolpó en su garganta.

Dumbledore. Ido. Para siempre.

Ya no tendrían su luz ni su sabiduría ni su sabio consejo.

Estarían solos, sin un mentor que los guiara en aquella misión suicida.

Hermione intentó tragar las amargas lágrimas que se agolpaban en su garganta y amenazaban con salir en cualquier momento.

Harry y Ginny lloraban.

Hermione miró al Ministro, hablando con aquella voz fría y mecánica.

Nadie sabría decir en verdad cuál había sido la obra del gran mago. No importaba cuánto se leyera sobre el tema, siempre seguiría siendo un misterio.

La castaña sintió cómo algo húmedo bajaba por su mejilla. Una lágrima. A esa la siguió otra. Y otra. Y otra.

Dumbledore estaba muerto. Para siempre. Ya no volvería...

Estarían solos...

Más lágrimas se deslizaban por su rostro.

Una inusual calidez envolvió la mano de Hermione. Ella bajó la vista. Ron había envuelto su mano con la de él al ver las lágrimas que derramaba.

Hermione alzó la vista. Ron la miró. Lloraba.

Él lloraba.

Ron jamás lloraba de tristeza. Siempre era de rabia, angustia o miedo. Pero no de tristeza. Por eso ella se sintió tan sorprendida.

El pelirrojo suspiró sin poder dejar de llorar. Hermione también suspiró.

No podía más, necesitaba compañía. Alguien que pudiera entenderla.

Se inclinó hacia su amigo y apoyó la cabeza en su hombro.

Ron soltó su mano.

Ella creyó que había sido un error acercarse a él. Pero no.

Ron solamente soltó su mano para girar y envolverla con sus brazos en un abrazo reconfortante.

Hermione se quedó bastante sorprendida, pero se desmoronó en los brazos de su amigo, echándose a llorar con vehemencia.

Ella enterró el rostro en el pecho de él. Ron acarició su cabello suavemente.

Los dos lloraban y derramaban lágrimas por la misma causa. Y la superaban juntos. Por el momento.

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Ron estaba despierto. Miró el reloj de su cuarto.

Las cuatro de la mañana.

No lograba dormirse.

Por alguna razón, no podía dejar de pensar en Hermione y en su llegada...

Ella había dicho que no llegaría hasta dentro de un mes, cuando regresara de Francia con sus padres.

Pero algo en el pecho de Ron le decía que era mentira. Que su Hermione estaba lejos de sus padres, sola.

Y estaba preocupado.

Se preguntaba si la Aparición serviría para buscar a una persona. Si bastaría pensar en ella y caminar con firmeza para encontrarla.

Probablemente si concentrase toda su atención en Hermione, se movería y ella aparecería entre sus brazos...