¡De mafiosos a Niñeras!

-¡Hijos!-

~Capítulo #1~

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— ¿Hijos? —

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Giotto Di Vongola, un respetado líder. Alguien que se había ganado la admiración de muchos, y la envidia de otros. Este capo se había topado con variadas adversidades en su joven vida, especialmente desde que su buen amigo, Cozart Shimon, le sugerido crear un grupo de vigilantes. Si bien al principio la idea le pareció descabellada no negaría que esta captó su atención. Después de mucho pensarlo, al final accedió, quien más que él quería la justicia en su amada ciudad. Ya había sido testigo de las barbaridades que los Gabellotti*  hacían, elevando casi de un día para otro los impuestos llegando a sumas exageradas e imposibles de pagar para los pobres campesinos.

Giotto estaba harto de cómo su actual gobierno abusaba de los que menos tienen. Por ende Giotto decidió crear Vongola con el apoyo de sus amigos.

El tiempo pasaba y Giotto empezó a tenerle cierto afecto a su trabajo. Ver las caras de satisfacción de la gente que ayudaba y los agradecimientos que recibía, por fin había paz de nuevo. Desde su intervención los Gabellotti ya no abusaban de su poder o al menos bajaron su nivel de abuso.

Pero si algo odiaba Giotto de ser parte de la mafia, era sin dudas las confrontaciones.

Giotto odiaba la violencia por lo que sus guardianes casi siempre luchaban por él, pero había momentos en los que tendría que intervenir para proteger a su familia.

Odiaba la violencia, odiaba pelear, odiaba que las personas salieran heridas, pero sobre todo, odiaba cuando la vida de inocentes estaba en riesgo.

Y esa era la situación actual…

Seis infantes siendo rodeados por 5 hombres, y si su intuición no se equivocaba, había unos cuantos más ocultos entre los árboles. ¡Malditos cobardes que usaban niños para defenderse!

— “¿Qué hago? ¿Cómo puedo atacar y que a su vez los niños salgan intactos?” —eran los pensamientos del joven capo.

Él no quería que los niños salieran heridos o en la peor de la situaciones ni siquiera con vida.

¿Qué podía hacer? ¿Atacarlos de frente? ¡No! esos hombres tenía armas y no dudarán en usarlas en los pequeños. ¿Qué haría entonces?  Esperar una apertura en la defensa de sus contrincantes y usar la velocidad que le proporcionaban sus llamas para tomar a los pequeños. Si, esa parecía ser la mejor opción.

Pero no podía esperar demasiado, sus contrincantes podrían cansarse de esperar un movimiento y usar a los niños como motivo de su chantaje. Alguien tenía que desestabilizar a al menos uno de los hombres y así conseguir la abertura que esperaba.

—¡Oigan desgraciados! —la voz gruesa de su guardián de tormenta, G, lo sacó de sus pensamientos. —¿Qué significa esto? ¿Porque esos niños están aquí? —preguntó con clara molestia en su voz, a él tampoco le gustaba ver vidas en riesgo y menos de niños.

—¿Qué, quienes son? Por favor Vongola, ahora no me vengan con que no los conocen—dijo con tono de superioridad el hombre de cabellos rubios quien parecía ser el líder, ya que estaba delante de los otros sujetos quienes apuntaban con sus armas a los infantes.