-Padre e hijo-

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~ Capítulo #37 ~

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— Padre e hijo —

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Después de haber escuchado que el pequeño castaño estaba en problemas todos habían salido disparados rumbo a la habitación de la nube, lugar donde habían dejado al menor descansando.

Cuando por fin llegaron, pudieron ver en el pasillo a dos de sus más leales hombres. Un castaño y un azabache. Estos eran acompañados por una joven rubia que, aun desde la puerta, miraba con rostro de preocupación el interior de la habitación. Los tres jóvenes se habían ofrecido a vigilar al pequeño castaño mientras ellos estaban en su reunión.

Marco, Celestino y María le contaron cómo comenzó todo. Como el menor había despertado con normalidad, pero al ver a sus pequeños amigos este reacciono de una forma inusual. Pues tan pronto vio a los infantes, la expresión del castaño cambio. Se le veía asustado, y decía en repetidas ocasiones cosas como "No se acerquen. No les quiero hacer daño".

Después de oír el relato de los tres jóvenes, Giotto les pidió que se retiraran, que fueran con Tanaka y ordenarán los mejores postres que podrían hacer. Ellos recuperarían la alegre personalidad del menor, de eso estaban seguros. Y cuando todo esto terminara, podrían degustar de exquisitos postres con una sonrisa sin más preocupaciones.

Tras el retiro de los guardias y la sirvienta, los vongola y compañía se adentraron en la habitación. Al solo cruzar la puerta, pudieron ser testigos de la escena.

Podían ver cómo los infantes parecían tristes ante el rechazo de su amigo, las expresiones de sus rostros lo demostraban. Al lado de estos, una mujer de rubios cabellos intentaba reconfortar a los menores, siendo el más joven de todos quien yacía en sus brazos con pequeñas lágrimas.

Cuando la fémina se percató de la presencia de los jóvenes rápidamente se acercó a ellos.

— Daemon, chicos. Me alegra que por fin estén aquí — comentó con cierto alivio.

— Elena, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Dónde está Tsuna? — cuestionó en secuencia Giotto quien se le venía notablemente preocupado por el menor.

— Bueno... — murmuró la chica desviando su mirada hasta la cama que había en la habitación, donde aún costado de esta, se podía ver a un joven pelirrojo quien se encontraba de rodillas mirando debajo, mientras intentaba sacar al menor que se había ocultado ahí.

— Vamos, Tsuna-kun. Sal de ahí — intentaba convencer el décimo líder de Simon, mientras miraba debajo de la cama y estiraba su brazo derecho lo más posible para llegar al menor que se alejaba cada vez más.

— ¡No! Shiff... ¡N-no quiero estar cerca de ellos! — decía con voz quebrada, indicando que estaba sollozando.

Aquello fue como una daga en los corazones de los infantes, quienes se mostraron afligidos ante el rechazo de su cielo.

— Hm, se ocultó debajo de la cama — murmuró el hitman al ver la escena. — "Así que las historias de Nana eran ciertas" — dijo a sus adentros al recordar como la castaña le contaba que de pequeño cuando Tsuna sentía miedo, solía ocultarse en lugares pequeños y oscuros.

Sin perder tiempo, Reborn se acercó a la cama para sacar a su alumno de su escondite.

— Ah! Reborn-san... — nombró Enma al notar la presencia del hitman, sin saber que aquel simple nombre había causado una reacción en el menor.

¡De mafiosos a Niñeras!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora