-Preparativos antes de la pelea-

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~Capitulo #29~

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-Preparativos antes de la pelea-

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En la penumbra de los desolados pasillos de cierta mansión, un joven de largos cabellos albinos caminaba tranquilamente, mostrando un rostro inexpresivo. Por momentos, pareciera que su mente divagaba entre sus pensamientos. Detuvo su caminar por unos minutos para apreciar la belleza del cielo estrellado, al mismo tiempo que pequeños gratos recuerdos venían a su mente.

—¿Dónde estarás…? —soltó en un murmullo, sintiendo aquella angustia que todo este tiempo había querido ocultar tras su inexpresivo rostro.

—Claude…—le llamo una voz cercana.

Al oír aquella voz tan familiar para él, el peliblanco rápidamente giro su rostro para ver al susodicho. Una vez encontró con la mirada a esa persona, sus ojos se abrieron en señal de sorpresa por el estado de las personas que recién llegaban al lugar.

—¡Hermano! ¡Marcello! —exclamó Claude aproximándose rápidamente a los dos nombrados.

—Hola Claude—saludo el castaño con normalidad.

—Deja los saludos para después. Más importante ahora, ¿están bien? —cuestiono preocupado, al ver las numerosas heridas en sus dos acompañantes, especialmente en su hermano, quien tenía todo el torso vendado.

—Descuida estamos bien. Solo son unas cuantas heridas que rápido sanaran—respondió el mayor del lugar.

—Vongola… ¿ellos les hicieron esto? ¿O acaso fue…?  —interrogo alarmado.

—Fue vongola—interrumpió el azabache, intentando calmar las preocupaciones de su hermano menor.

—Y-ya veo…—respondió en un murmullo el albino.

—Ahh~ pero vaya que eran hábiles esos tipos. Yo, junto a Lorenzo y Gian, nos enfrentamos los tres al mismo tiempo al guardián de la tormenta, y aunque Lorenzo logró destruir su arma él no desistió en ningún momento—decía impresionado el castaño, recordando su enfrentamiento momentos antes con la tormenta de vongola. —Incluso Adolfo perdió ante el espadachin de esa familia. Y yo que te creía invencible, ya vez, las decepciones de la vida—agrego algo burlesco, provocando al azabache quien le dio un sutil golpe en la cabeza. —¡Oye! —reclamo Marcello, sobando la zona del golpe.

—¿Eso es verdad? Realmente fuiste derrotado hermano—expresó asombrado el peliblanco.

—Así es—contesto casi al instante el mayor. —Ya te lo he dicho antes, Claude. Este mundo es demasiado grande, siempre puedes encontrar a alguien mejor que tú. Y ahora fue mi turno de encontrar a un digno oponente—agregó con cierta admiración por aquella persona. —Cambiando de tema, ¿Me podrías decir qué haces aquí? Este lugar está demasiado desolado, no crees—expreso con algo de monotonía en su voz, pero aun así su familiar pudo detectar aquella preocupación en sus palabras.

—Yo, bueno…—titubeaba algo avergonzado de decir su motivo. —Ah~ Solo quería despejar mi mente un poco—respondió en un suspiro.

—Sigues preocupado por él, cierto—pregunto Adolfo, intuyendo por la expresión de su hermano el motivo de su melancolía.

—AH~ No puedo evitarlo—respondió algo agobiado. —Desde ayer en la tarde que no se nada de él, ni siquiera Angelo tiene noticias de su hermano—agregó con preocupación, angustiado de que algo le pudiera haber pasado a esa persona tan importante para él. —Por cierto, ¿dónde está Angelo? Creí que estaría con ustedes—

¡De mafiosos a Niñeras!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora