-Los anillos Vongola-

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~Capitulo #25~

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-Los anillos Vongola-

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Por los pasillos de la mansión, el grupo de jóvenes corrían velozmente intentando encontrar a la chica. Mientras llegaban a la entrada principal pudieron escuchar pasos apresurados acercándose a ellos. Preparados para todo, los jóvenes se pusieron en posición defensiva, imaginando algún posible enemigo. Sin embargo, lo que apareció por uno de los pasillos era nada más ni menos que una joven rubia perfectamente reconocida por ellos.

—¡Elena! —exclamo aliviado el ilusionista al ver a su prometida con bien.

—¡Chicos, que bueno que los encuentro! —expreso Elena algo agitada, se podía ver algo de preocupación en su mirada.

—Elena, ¿Qué paso? Te oímos gritar y creímos que estabas en problemas—soltó algo preocupado la tormenta.

—¿Todo está bien? —pregunto Asari, intentado asegurar que todo estaba bien, pero la expresión de la chica decía lo contrario.

—¡No, nada está bien! —respondió Elena.

—Explícanos que esta pasado Elena—solicito con seriedad el ex boxeador.

—Estaba jugando con los niños en el jardín cuando Tsu-chan me pidió que les trajera algo de la cocina, y lo hice, so-solo los deje un momento, pero cuando volví...—decía con nerviosismo la chica, haciendo un lio con su explicación.

—¡Elena, al punto! —solicito G intentando obtener una respuesta más clara.

—¡Hay un extraño hombre con los niños! —vociferó con firmeza la chica.

—¿Qué, como que hay un hombre con los niños? —interrogo G.

—¿Cómo era ese sujeto? —pregunto con seriedad el peliverde.

—N-no creo poder dar una descripción exacta. Solo puede ver que era un hombre mayor, con ropas algo extrañas—explico Elena.

Los nervios eran claros en la chica, preocupada de que los pequeños estuvieran en peligro por su descuido. Viendo la angustia en la fémina, Daemon se acercó a ella, para luego darle un reconfortante abrazo, y posteriormente dar un casto beso en su frente, intentando así apaciguar los alterados nervios de Elena.

—Descuida, iremos por ellos. Te aseguro que los niños estarán bien—murmuro el ilusionista con voz apacible.

—Lo mejor será ir con esos niños—sugirió Diego.

—Diego tiene razón—apoyo Cozart. —No perdamos más el tiempo aquí, esos pequeños podrían estar en riesgo—agrego con firmeza.

Por su parte, los guardianes de primo solo asintieron en respuesta, para después ponerse en marcha.

—Elena, ¿a dónde vas? —cuestiono Daemon al ver como la chica los seguía.

—Yo también quiero ir, los niños pueden estar en peligro por mi descuido. Además, quiero ayudar en lo que pueda—objeto la chica.

—Puede ser peligroso, lo mejor será que aguardes aquí mientras nos...—la réplica del ilusionista fue interrumpida al sentir la mirada fulminante de su pareja.

—Por favor Spade, no por ser mujer soy débil, puedo defenderme sola—argumento sólidamente Elena. Con una mirada decidida, pero a la vez traviesa, la rubia mostro el contenido de la canasta que portaba en manos. —Además, vengo preparada—agrego sonriente mientras enseñaba el contenido pútrido que había en el canasto.

¡De mafiosos a Niñeras!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora