-Un enemigo peligroso-

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~Capítulo #31~

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— Un enemigo peligroso —

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—"Recuerda esto y nunca lo olvides, mi pequeño. Tu estas destinado a la grandeza. Mereces ser tratado como el rey que estas destinado a ser, por eso te di ese nombre, Basilio"—decía una mujer de hermosa apariencia, quien sujetaba las manos de un pequeño infante. En ese instante, el rostro apacible de la mujer cambió por uno de altanería, al mismo tiempo que apretaba con fuerza las manos del niño. —"Juju~ y aun rey nada se le niega. Tierras, riqueza, joyas, o incluso, personas. Todo lo que desees, debes obtenerlo"—

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—Juju~ por fin lo he obtenido, Madre. Lo que más anhelo está ante mí—murmuraba el joven azabache, observando desde la puerta al par de cielos que yacían encerrados dentro de esa celda.

Mientras el azabache tenía pequeños recuerdos de su madre. Por su parte, Giotto mostraba algo de confusión al ver a ese chico en la habitación, pues lo recordaba perfectamente, era el chico que había encontrado el día que se perdió en el bosque.

—Basilio...—mencionó Giotto en un susurro. Pero al oír tal nombre, el pequeño castaño volvió a temblar, como si el solo escucharlo provocará malos recuerdos para él. Por lo que, en un intento de buscar protección, se aferró aún más al rubio. —¿Tsuna...? —murmuró el vongola al percatarse de la reacción del infante. Al ver esto, no tardó en comprender la situación. —"Ahora entiendo, la persona que tanto teme Tsuna es ese chico. Eso explicaría porque reacciono de tal forma aquella vez que le hable de él. Rayos, sabía que ese chico y su supuesto padre me daban un mal presentimiento" —dijo en sus pensamientos. Al mismo tiempo, el joven jefe abrazaba con más fuerza al menor, intentando así protegerlo.

—Juju~ Nos vemos de nuevo, señor~. O quizás debería llamarle Vongola primo—musito el joven azabache con sonrisa altanera. Giotto se limitó a mirarle con molestia. —Oh, vamos. No tiene que mirarme así. Aunque no lo crea, no quiero hacerles daño. Yo solo quiero recuperarlo que me pertenece, ¿No es así? Mi amado cielo—agregó con el chico acercándose a la celda donde yacían los dos cielos.

Tsuna al ver que se acercaba, busco esconderse detrás del rubio en busca de protección. Giotto al ver esto, decidió usar su cuerpo como escudo para el pequeño.

—Juju~ Vamos mi cielo, no tienes por qué...—decía Basilio aproximándose aún más a la celda.

—¡No te acerques! —exclamó Giotto, deteniendo el avanzar del chico.

—Juju~ No debería interferir, señor Vongola—contestó de mala gana Basilio, mostrando algo de molestia en su rostro.

—¡Tsuna tiene miedo! ¡¿Es que no le estás viendo?! —reclamó nuevamente Giotto. Pero sus palabras no parecieron agradar en lo más mínimo al menor.

—He dicho, ¡Que no interfieras! —exclamó Basilio, mostrando una mirada cargada de ira, en la cual sus ojos mostraban un intenso color lila.

En ese instante, tres cadenas más salieron de la misma pared donde salía la que ataba al tobillo de Giotto. Estas cadenas se ataron a las manos y pie derecho del rubio, las cuales una vez en esos lugares, se comenzaron a amarrar en sus manos y pies, apretando con cada vez más fuerza estas zonas.

¡De mafiosos a Niñeras!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora