Capítulo 36

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Christopher sabía que casi había reconquistado a Dulce, y esa noche tenía la intención de que se acostara en su cama. Esa noche iba a ser el principio del fin de aquella mujer tan especial.

El día había transcurrido mucho mejor de lo esperado. Dul se había mostrado receptiva e interesada en todo lo que él le había enseñado, también en la oficina.
Nadie sabía que habían estado casados.
Dulce María Espinoza había sido el amor de su vida y ella había matado ese amor.
Quizá él hubiera sido, en parte, responsable por haberla descuidado debido al trabajo; sin embargo, no creía que tanto como para que Dulce hubiera necesitado buscar la compañía de otro hombre. No, jamás le perdonaría que lo hubiera dejado. Dulce se merecía lo que le esperaba.

Tomaron una cena ligera y se sentaron en la terraza, disfrutando el ocaso, sin hablar.

Christopher: ¿Qué estás pensando? —preguntó al cabo de un rato.

Ella volvió la cabeza para mirarlo con esos preciosos ojos chocolate.

Dulce: Estaba pensando lo mucho que he disfrutado hoy.

Christopher: ¿Qué es lo que más te ha gustado?

Dulce: Todo. Pero, sobre todo, la catedral, por su enormidad y por lo ricamente decorada que está. Y también me ha gustado la Torre del Oro, por su historia y porque es lo que queda de la fortificación medieval de Sevilla.

Él arqueó las cejas.

Christopher: Me tienes impresionado. No sabía que te gustaran tanto los edificios antiguos.

Ella se encogió de hombros.

Dulce: Creo que hay muchas cosas de mí que no sabes.

Christopher: ¿Porque no era un buen marido y por eso me dejaste? —preguntó con súbito enfado.

¡Maldición!

No había sido su intención enfadarse. Habían pasado un día muy agradable y no quería estropearlo todo.

Él sonrió con dificultad y añadió:

Christopher: Perdona, no debería haber dicho eso. Yo también lo he pasado muy bien.

Y era verdad. Lo había pasado mucho mejor de lo que había esperado. Sí, había sido un buen día...

¡Y la noche iba a ser mucho mejor!

Christopher: ¿Más vino?

Su hermosa compañía negó con la cabeza.

Dulce: Si tomo más vino me va a dar dolor de cabeza.

Lo que significaría que Dulce se acostaría pronto, antes de que él pudiera seducirla. Inmediatamente, dejó la botella en el suelo y acercó su silla a la de su ex mujer.

Christopher: Me alegro de que disfrutes de la belleza de esta parte del mundo —dijo con voz queda.— Significa mucho para mí. Mi madre era mitad española, ¿lo sabías? Aquí, me siento más próximo a ella.

Dulce: No, no lo sabía.

La sonrisa de ella era cálida y se la veía totalmente relajada. Chris podía oler su perfume y sentir su sensualidad. Dulce se había cambiado de ropa y ahora llevaba un vestido de color rosa escotado y cuya falda le llegaba a la rodilla. Le sentaba muy bien. Estaba realmente guapa.

Sin embargo, lo que él quería hacer era arrancárselo y poseerla una vez más. Era difícil ser paciente.

Ucker alargó el brazo y le tomó la mano.

Bajo Su HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora