Capítulo 26

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No quería mostrarse resentida, pero lo estaba. No le molestaba el éxito profesional de Christopher, sólo el precio que había estado él dispuesto a pagar: su matrimonio.

Christopher: La amargura no te sienta bien, Dulce —le espetó antes de agarrar la carta con el menú.

La comida era excelente, pero el humor de Ucker no cambió. Era culpa suya, pensó Dulce, no debería haberse metido con él.

Estaba deseando volver a su casa, acabar con aquella farsa, dejar de fingir que disfrutaban estando juntos.

De nuevo, volvió a preguntarse por qué Chris quería estar con ella. Y empezó a darse cuenta de que, a pesar de haber estado casada con él durante un año, no lo conocía en absoluto.

Durante el trayecto de vuelta a casa de él los dos guardaron silencio.

Cuando llegaron al muelle, Dulce tenía tantas ganas de bajarse de la motora que perdió el equilibrio y, con un grito de horror, cayó al río.

El agua estaba fría y ella estaba avergonzada de sí misma; sobre todo, cuando Chris se tiró al agua para ayudarla a salir.

Dulce: No tenías por qué haberlo hecho —protestó, preocupada de que el contacto de sus cuerpos despertara en ella sensaciones que no quería sentir.

Tenía los pantalones manchados de barro y la camiseta se le había pegado al cuerpo, mostrando en exceso sus pechos.
Algo que él no dejó de notar.

Chris sonrió.

Christopher: ¿Qué estabas intentando hacer? ¿Huir de mí? Has saltado del barco como si pensaras que iba a atacarte.

Dulce: ¿Te sorprende? Teniendo en cuenta que no quería venir aquí.

Christopher: Y ahora, además, estás de peor humor que antes porque te parece que has hecho el ridículo.

Dulce: ¡Vete al infierno!

Christopher: No creo que me gustara. Lo que necesitamos es una ducha y cambiarnos de ropa.

Dulce: ¡Ya, muy gracioso! No he traído ropa para cambiarme.

Christopher: Ya encontraremos algo mientras mi ama de llaves se encarga de lavar tus cosas.

Dul declinó el ofrecimiento. No quería ponerse ropa de Ucker.

Lo había hecho en el pasado.
Por las mañanas, se había puesto sus camisas; por ejemplo, cuando tenía algo de frío antes de darse una ducha.
A veces, se había pasado el día con la camisa de él, sin nada debajo.

Hacer lo mismo ahora sería demasiado íntimo. No sabía qué pretendía Chris al invitarla a pasar el día con él, pero ella no había imaginado que acabaría llevando su ropa.

Christopher: En ese caso, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a esperar desnuda? —preguntó con calma.

Bajo Su HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora