Capítulo 8

1.7K 132 2
                                    

Entre tanto, Chris no necesitó que le insistiera. Al instante, se quitó la chaqueta y la corbata; después, se desabrochó los tres botones superiores de la camisa antes de sentarse en un viejo sillón de cuero.

Dul contuvo un gruñido. No había sido su intención hacerlo sentirse tan cómodo.

La situación se le estaba escapando de las manos.

Ucker parecía dispuesto a quedarse allí unas cuantas horas. Dulce apretó los dientes y salió de la estancia.

Cuando volvió, Christopher tenía la cabeza apoyada en el respaldo del sillón y los ojos cerrados.
¿Se había quedado dormido? Sabía por experiencia que Ucker tenía un sueño muy profundo, no podría despertarlo. ¡Iba a pasar allí toda la noche!

Pero en el momento en que puso las tazas en una mesa auxiliar, Chris abrió los párpados.

Su perezosa sonrisa era depredadora y ella se estremeció.

Uckermann estaba planeando algo y ella no sabía qué era.

Dul se sentó al borde de un sillón, tan lejos de él como le fue posible, y esperó.

Christopher: Parece como si me tuvieras miedo. ¿Por qué?

Dulce: Porque no estarías aquí si no te trajeras algo entre manos.

Ucker arqueó las cejas.

Christopher: ¿No estarás imaginando cosas? Como he dicho antes, sólo estoy tratando de comportarme como un caballero.

Dul esbozó una irónica sonrisa.

Dulce: Has sido muy galante al traerme a casa, pero no lo es quedarte aquí. Yo no te he invitado, Chris.

Christopher: Sí, lo sé, lo has dejado muy claro. Pero no creo que deba preocuparte una pequeña charla mientras nos tomamos un café.

Sí, era preocupante tratándose de Christopher Uckermann.

Dulce: ¿Por qué te intereso tanto después de todo el tiempo que ha transcurrido? —preguntó mientras levantaba su taza de café.

Christopher: No esperaba que me dejaras; sobre todo, después de la conversación que tuvimos. Fue una reacción infantil por tu parte. A menos, por supuesto, que tuvieras motivos para dejarme desconocidos por mí. A menos que me dejaras por algo... o por alguien.

Dulce: No podía continuar con nuestro estilo de vida, eso es todo —respondió encolerizada.

¿Acaso no sabía Ucker lo abandonada que ella se había sentido? ¿O lo dolida que había estado? ¿O lo tonta que se había sentido por haberse casado con un hombre tan ajeno a su mundo?

Dulce: Veía más a nuestros vecinos que a ti —añadió a la defensiva.— Quizá, si me hubieras dejado seguir trabajando, no habría sido tan malo. Pero...

Christopher: ¿A qué vecinos te refieres? —la interrumpió secamente.

Dulce: ¡Por el amor de Dios, Christopher! —exclamó.— ¿Qué tiene eso que ver con nada? Me refería, en concreto, a la señora Smith, que venía a tomar una taza de té conmigo de vez en cuando. Otras veces nos íbamos de compras. Tenía problemas con los pies; pero claro, qué ibas tú a saber de eso. Nunca estabas en casa, no conocías a nuestros vecinos.

Christopher: Está bien, no es necesario que sigamos hablando de la señora Smith. Me interesa más saber a dónde fuiste cuando me dejaste. Tu madre no quiso decírmelo.

Dulce: ¿Qué esperabas? En realidad, me sorprende que dispusieras de tiempo para buscarme.

Ucker frunció el ceño.

Christopher: ¿En serio crees que tú y nuestro matrimonio significaban tan poco para mí?

Dul se encogió de hombros.

Dulce: Ésa era la impresión que dabas.

Christopher: ¿Creías que no iba a intentar encontrarte?

Dulce: Creía que, para ti, el trabajo era lo primero. También pensé que te sentirías aliviado de estar libre para seguir con tus aventuras amorosas.

Bajo Su HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora