Capítulo 2

2K 143 0
                                    

Intentó no recordar su vida sexual, cosa difícil tratándose de un hombre tan atractivo como Christopher.

Entonces, alzó la barbilla y clavó los ojos en las profundidades de los de él.

Dulce: ¿Con quién has venido? —preguntó, aunque ahora que estaban divorciados sabía que no tenía derecho a hacer semejante pregunta.

Christopher: ¿Quién es él? —preguntó a su vez, buscando con los ojos al supuesto acompañante de Dul.

La fiesta tenía lugar en uno de los mejores hoteles de Londres y allí estaban congregados un gran número de hombres de negocios, aunque no recordaba el motivo, a pesar de que Anahí se lo había dicho.

Dulce: No hay ningún «él» —respondió.— ¿Te molesta que esté aquí?

Christopher: No, no me molesta. Me sorprende, eso es todo. Has cambiado, Dulce. Has perdido peso. Casi no te reconozco.

Ella encogió sus delgados hombros.

Dulce: No creo que sea asunto tuyo.

Chris, al contrario, había ganado unos kilos; no demasiados, quizá todo músculo, ya que hacía ejercicio a diario. Estaba muy guapo. Demasiado.

Christopher: Todo lo contrario, sí es asunto mío —respondió, sorprendiéndola.— Me interesa saber lo que has hecho desde que me abandonaste.

Chris le agarró una mano y la examinó, añadiendo:

Christopher: Ya veo que no llevas anillo. No te has vuelto a casar, ¿verdad?

Dul sacudió la cabeza, liberando su mano, alarmada ante las emociones que el roce había despertado en ella.

Christopher: Supongo que el hecho de que hayas perdido peso no ha tenido nada que ver conmigo, ¿me equivoco?

Los extraordinarios ojos cafés de Chris se clavaron en ella y le aceleraron el pulso.

Se había alejado de Christopher porque él no se había preocupado de ella; trabajaba demasiado y casi nunca lo veía... y también porque él había estado manteniendo relaciones con otra mujer.

Pero no lo había abandonado porque hubiera dejado de quererlo.

En ese momento, por encima del hombro de Christopher, vio que Any la miraba.

Le habría gustado llamar a su amiga para sugerirle que se marcharan, pero no podía hacerlo. No podía permitir que Christopher se diera cuenta de lo mucho que aquel encuentro le estaba afectando. Necesitaba mantener la calma y comportarse con frialdad, como si no le importara nada.

A pesar de haberse jurado a sí misma desde muy joven que jamás se casaría, ya que su padre la había abandonado a los nueve años.

Chris la había conquistado totalmente con sus dulces palabras y unos ojos llenos de promesas.

Dulce había dejado los estudios a los dieciocho años, no había habido dinero para que ella fuera a la universidad, tenía que ganarse la vida.

Su madre, que empezó a sufrir ataques de depresión desde que su marido las abandonó, nunca había trabajado.

Bajo Su HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora