Capítulo 47

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Christopher parecía tan preocupado que la hizo dudar. ¿Podía ella estar equivocada?

No obstante, necesitaba tranquilizarse y estar a solas. Necesitaba reflexionar sobre la posibilidad de que Chris estuviera manteniendo relaciones con esa mujer en secreto.

Ucker la acompañó hasta su habitación y le prometió volver al cabo de una hora para ver cómo se encontraba. En el momento en que se quedó sola, Dul se acercó a una ventana con vistas al jardín.

No tardó en ver a Christopher y, tal y como había sospechado, Victoria estaba a su lado.

Casi con náuseas, Dul se tumbó en la cama y, cuando Chris regresó para ver cómo se encontraba, ella fingió estar dormida. No iba a volver a la fiesta. De hacerlo, le arrancaría los ojos a esa mujer.

En ese momento, se dio cuenta de que estaba siguiéndole el juego a Victoria.

¡Lo que debía hacer era bajar a la fiesta y dejar bien claro a quién pertenecía Christopher Uckermann!

Al instante, saltó de la cama, se echó agua fría en el rostro, se arregló el cabello, reparó el maquillaje y volvió a la fiesta.

Cuando se acercó a Chris y a Victoria, tomó la mano de él y le sonrió. Notó la sorpresa de Chris seguida de una sonrisa de felicidad.

Christopher: ¿Te encuentras mejor?

Dul le devolvió la sonrisa.

Dulce: Mucho mejor, gracias.

De soslayo, vio la expresión de desagrado de Victoria; aunque, al momento, fue sustituida por una falsa sonrisa.

Victoria: Christopher me ha dicho que no te encontrabas bien. Me alegro de que ya estés mejor.

El comentario de Victoria había sido tan falso como sus pechos, pero Dul, ignorándola, se aferró a Christopher.

Christopher: Cariño, todavía no hemos bailado.

Tras disculparse ante Victoria, Ucker la llevó a la pista de baile.
Después de eso, Dul no se separó de su lado.

Sintió un gran alivio cuando la fiesta llegó a su fin. Después de que todos los invitados se hubieran marchado, Dul se dejó caer en un sillón.

Dulce: Estoy agotada —declaró.

Christopher: No me extraña, cielo. Has pasado por todo esto y con un dolor de cabeza. ¿Se te ha pasado ya?

Dulce: ¡No!

Christopher: En ese caso, vete a la cama. Me reuniré contigo enseguida.

Dulce: ¿No puedes venir ya? —rogó, temerosa de que Chris fuera a buscar a Victoria.

Christopher: ¿No prefieres estar tumbada sola un rato?

Dulce: No, te deseo —respondió poniendo pasión en su voz, a pesar de que aquella noche no era el cuerpo de él lo que quería, sino una explicación.

En cuanto llegaron a la habitación, Dul se plantó delante de él y lo miró fijamente.

Dulce: ¿Hay algo que no me hayas dicho?

Él frunció el ceño.

Christopher: No creo. ¿Te refieres a algo en concreto?

Dulce: ¿A ti y a Victoria? —sugirió.

Christopher: ¿Victoria? ¿Crees que hay algo entre los dos? Dios mío, Dulce, Victoria no es más que mi mejor cliente.

Dulce: Sin embargo, yo creo que ella quiere algo más —insistió.

Christopher: Estás imaginando cosas, cariño. Te aseguro que...

Dulce: No me asegures nada. Te estabas viendo con ella en Londres, ¿verdad? ¡Una noche, al volver a casa, olías a su perfume! Bien, puede que sea clienta tuya, pero hay algo más entre los dos. Hay que estar ciego para no verlo.

Cuando acabó, Dul se dejó caer en la cama con los ojos llenos de lágrimas y un gran vacío en el corazón.

Él la miró con tristeza.

Christopher: ¿Tan mala opinión tienes de mí, Dulce? ¿No confías en mí ni un poco?

Dulce: ¿Vas a negarme que Victoria está enamorada de ti? ¿Vas a negar que, últimamente, has pasado mucho tiempo con ella?

Christopher: ¡Dulce! Dul, por favor, no te hagas tanto daño a ti misma. Es verdad que le gusto a Victoria desde hace años, pero te aseguro que no es recíproco. Soy amable con ella porque es una clienta muy importante, pero no hay nada más. Olvídalo todo.

Dul lo miró fijamente y vio absoluta sinceridad en los ojos de Chris. Quería creerle, pero si él le mentía... acabaría con el corazón destrozado.

Dulce: En Londres, aquella vez, volviste a casa oliendo a ese perfume —insistió.— ¿Cómo lo explicas?

Christopher: Dulce, tu imaginación te va a matar —dijo en tono de censura.— Estaba preparando una campaña publicitaria para el perfume de Victoria y ella me roció con él. Tenía que saber cómo era para promocionarlo.

Dul cerró los ojos.
¿Tanto se había equivocado? Chris nunca le había mentido y, en lo más profundo de su ser, sabía que él le estaba diciendo la verdad.

Christopher: Te aseguro que jamás me he acostado con Victoria. ¿Por qué iba a querer acostarme con ella cuando te tengo a ti? Eres toda mi vida, cariño. No soy nada sin ti.

Dul sonrió y acarició la mejilla de Chris, que se había sentado en el borde de la cama. Amaba a ese hombre con todo su ser y sabía que había desperdiciado años creyéndolo infiel.

Dulce: Te creo, bebé. Siento haber dudado de ti. Es sólo que, al oler ese perfume, he recordado cosas muy tristes. Olvidémoslo, por favor. Dejemos atrás el pasado.

Christopher: Bien —dijo con voz suave.— Pero todavía no pareces convencida del todo de que te soy fiel. Quizá debería demostrarte lo mucho que significas para mí, ¿te parece?

Y eso fue lo que hizo. Incluso encontró nuevas formas de darle placer.

Dul, por fin, se sintió satisfecha.

Bajo Su HechizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora