Un ángel peculiar

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– ¿Estás bien?

-Bri, ¿Qué te pasó?- la chica castaña solo la arrebató de mis brazos y se fueron, sin duda el recuerdo más memorable de mi salida al cine.

¿Quién era ella?

– ¿En serio debes trabajar hoy?– la voz de Alina me recordó que había más cosas fuera de mi cabeza a las cuales prestarle atención.

–Sabes qué debo hacerlo si quiero seguir viviendo aquí.

–Pero podrías faltar, hace mucho tiempo que no te tengo solo para mí– Alina era delgada y pequeña, tenía la facilidad de enrollarse a mi cuerpo como un lémur y eso al principio era curioso y divertido, ahora solo me molestaba que lo hiciera y más cuando tenía cosas que hacer.

–Ayer salimos y te quedaste a dormir, ¿Quieres más?

– ¡Sí!– hizo un puchero con su cara de niña malcriada, era otro de sus defectos, tal vez debía dejar de enlistarlos.

Al principio, Alina y yo éramos inseparables, cada cosa que hacía me parecía simplemente maravillosa, me encantaba verla sonreír y bailar, bailaba como los dioses y eso me impactaba. Pero al cabo de unos meses descubrí, que solo eso me encantaba de ella, nada más. Tal vez el malo de la historia era yo, ella seguía queriéndome a pesar de mis defectos y vaya que los tenía, me sentía obligado a corresponder, pero es que cada vez se hacía más y más difícil.

–Lo lamento Alina, pero no puedo saltar mis responsabilidades, además podemos vernos otro día.

– ¿Cuándo?

–No lo sé, algún día de la próxima semana.

–La próxima semana comienzan las clases Dante, no es justo.

–Compartimos tres materias, además siempre estamos juntos en los ratos libres. ¿Qué no es justo?– ella giró los ojos como si no tuviera nada que decir en contra de mis argumentos.

–Vale, está bien. Te dejaré trabajar, pero tendrás que recompensarme por ser tan buena novia, así que esperaré tener noticias tuyas– dejó un beso en mi mejilla, sonrió y se levantó de la cama, la visión de su cuerpo solo con lencería seguía siendo muy provocativa, pero no de la misma forma que la primera vez. –Te pierdes de esto por ser responsable– ella dijo al descubrirme mirándole, me sentí un poco avergonzado por eso, pero a ella parecía encantarle, recogió su ropa que estaba esparcida por el suelo y se acercó de nuevo a la cama para darme un beso en los labios, luego de eso salió. Alina sin duda era una chica de ensueño, el problema es que no era la chica de mis sueños.

– ¿Así que tuvieron acción anoche?– un inconveniente de tener a Mathias como mejor amigo era que prácticamente se convertía en mi sombra, incluso en los momentos en los que no estaba conmigo quería participar.

–Sí, lo hicimos.

– ¡Dios! No puedo creer que digas que ya no te gusta, esa mujer es simplemente... ¡Dios!– sus expresiones siempre eran exageradas, me hacía gracia verlo y escucharlo, tal vez por eso éramos tan buenos amigos, el me hacía reír y a mí me gustaba reír.

–Si tanto te agrada deberías comentárselo, además nunca he dicho que ya no me gusta, es solo que... No es lo mismo que antes– estaba seguro de que mi compañero no entendía nada de lo que decía, él era un hombre básico, demasiado, lo más probable es que ese fuese su secreto para la felicidad, el ser básico, el no pensar mucho en las cosas.

–Sabes que nunca le robaría la novia a uno de mis amigos.

–Saliste con mi ex por dos meses.

–Ya la habías dejado, además sabes que solo salió conmigo para darte celos a ti.

–No vi que pusieras mucha oposición.

–Estaba buenísima, ¿Qué querías que hiciera?– negué riendo, trabajar con tu mejor amigo era de todo menos aburrido.

–Mejor empieza a limpiar o saldremos tarde de nuestra jornada– le ordené, él respondió con un saludo militar y comenzó a sacar hojas de la piscina para adultos del complejo de departamentos, mientras yo me encargaba de la piscina para niños.

–Hey, Dante mira allí– no pasó ni un minuto de mi orden cuando Mathias ya la había pasado por alto para acercarse a mí señalando hacia las jardineras alrededor de las piscinas.

– ¿Qué se supone que deba ver?

–Eso- el señaló a mi padre, cargaba más cajas de las que le había visto sujetar en toda su vida, detrás iba una mujer seguida por dos chicas, las chicas de ayer...

– ¡Hey no se queden allí como tontos, ayúdenme!– mis pensamientos fueron interrumpidos y tanto mi amigo como yo salimos corriendo para ayudar a mi padre con las cajas y maletas, no dije nada a las mujeres, Mathias tampoco, pero estaba seguro de que eran ellas.

–Les presentó a mi hijo señoritas, Dante, él trabaja en este lugar por lo que tienen mi permiso para usarlo como quieran– el hombre que me crió parecía no tener la capacidad de dejar de ser un padre por cinco minutos, intenté no sonrojarme por ese comentario y extendí mi mano hacia la mayor de las mujeres.

–Quien diría que el pequeño Dante se convertiría en un hombre tan guapo– así que mi padre conocía a estas personas, curioso.

–Aun es un niño, uno torpe, pero se hace lo que se puede– él suspiró y pude notar como las chicas de menor edad hablaban entre ellas mientras se fijaban en nosotros, podría estar equivocado y no ser ellas las del cine, pero las señales decían lo contrario. –Dante también vive aquí así que será su vecino.

Intenté acercarme a ellas aún con las cajas en mis manos para presentarme pero Mathias ya se me había adelantado.

–Es un placer conocerlas– él sonrió con su típica cara de Don Juan de rancho.

–Soy Camila, me dicen Mila. Ella es Bri y es la nueva, yo vivo aquí desde hace un tiempo.

Jamás había puesto mucho cuidado en los vecinos, pero la castaña si lucia como alguien que había visto salir y entrar varias veces al conjunto.

Las ayudamos a subir todas las cajas hasta el tercer piso de la torre seis, la misma torre en la que vivía, solo que con tres pisos de diferencia, mi departamento estaba justo encima, en el piso seis, cada torre era de diez a quince pisos. Durante ese tiempo, la chica morena nunca habló, pero fue inevitable no dejar de mirarla, su cabello llamaba mucho la atención por ser de colores poco comunes, pero lo que más me llamaba la atención no era eso si no toda ella en sí.

Amor en tiempos de Libertad #EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora