Mediados de semestre

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Exámenes, talleres, informes, proyectos, todos y cada uno hicieron de mi estadía en la universidad algo tolerable y aunque la presencia de Dante había disminuido en gran manera no faltaba el día que lo encontraba tomado de la mano con Alina mientras caminaban por los pasillos o cuando estaba con su grupo de compañeros de clases y todos reían por algún chiste que Mathias había contado, pero lo peor era encontrarlo solo, sin novia, sin amigos, solo él y era allí cuando se daba cuenta de mi presencia y el infierno me consumía en una tortura insufrible de no poder correr hacia él y decirle que si lo quería, que dejara todo, yo estaba dispuesta a hacer lo mismo, pero gracias a Dios soy fuerte y resistía, lo que ahora me asusta, es saber si podre seguir resistiendo aún más.

-¡Cuidado!- había tomado la costumbre de estudiar en las áreas comunes del campus, pero sin duda mi lugar favorito para repasar las operaciones matemáticas aplicadas en algebra eran las gradas de la cancha de baloncesto, fue allí donde recibí un golpe con una bola color naranja. -¿Estas bien?- preguntó una voz masculina aunque amable, parecía preocupado, yo solo me sobaba la frente.

-Eh... Si- contesté a medias tratando de estabilizarme en él planeta tierra.

-Lamento que pasara eso, debí atrapar el pase... Espera yo te conozco- estaba casi segura de que él me hablaba a mí, pero los efectos del golpe aún estaban presentes y no lograba coordinar mis sentidos.

-No... No te preocupes- dije algo tambaleante y tartamudeando.

-¿Estas segura, no quieres ir a la enfermería a que te revisen?

-No creo poder levantarme- dije y luego sentí como me alzaban en el aire junto con mis cosas, la sensación de elevación junto a los efectos del golpe hicieron que me aferrara al contrario como un gato asustado a una rama, podía asegurar que mi vida estaba perdida en ese momento, aunque lo más probable era que estuviese exagerando. -¿¡Que haces!?

-Te llevo a la enfermería.

-¿¡Para que!?

-Prevención.

-¡Puedo caminar sola!

-¿Puedes?- él parecía demasiado tranquilo en comparación de mis histéricos aullidos. Hasta ahora no me había percatado de que si lo conocía...

-¿Erick?- recordé en voz alta, este sonrió pero no dijo nada, solo siguió cargándome hasta la enfermería, lo que era inútil, solo había sido un golpe común que me dejaría una marca en la frente que luego se quitaría. La enfermera me dio Diclofenac para la inflamación y luego me despidió con gran rapidez, antes, cuando era más pequeña y me tocaba ir al doctor las enfermeras y pediatras siempre eran amables, me regalaban dulces o calcomanías pero a medida que crecía se fueron volviendo más amargados.

-Gracias- dije al chico de cabello oscuro frente a mí, siempre estaba sonriendo de una forma reconfortante y eso era increíble. –Ahora puedo tener la seguridad qué si padezco a tu lado harás lo imposible por salvarme- bromeé y le di un golpe en el pecho por amistad, ¿Eso hacían los chicos, cierto?

-¡Auch!- exclamó sobándose el golpe. -¿Por qué fue eso?

-Oh, disculpa no pretendía hacerte daño- estúpida Bri, mi rostro se encendió en naranja de inmediato.

-Descuida no me hiciste daño, soy un tipo rudo- él rió, estaba bromeando, eso me hacía más estúpida aun, por no darme cuenta. –Solo que la próxima, me conformare con solo un gracias y tal vez un beso en la mejilla.

-¿Qué?- debo admitirlo, lo último me tomó por sorpresa. –Yo... Yo.

-No digas nada y espera, debo darte algo- él buscó dentro de su mochila algo.

-¿Qué me darás?

-La curiosidad mató al gato Brittany, solo espera- continuo buscando dentro de la mochila un poco más y luego me entrego un paquete de baterías. Lo mire sin entenderlo.

-¿Baterías? Gracias... Creo- dije con una sonrisa confusa en mi rostro, cuando era pequeña recibía dulces por ir al doctor, tal vez cuando eras mayor recibías baterías, extraño.

-Son para tu calculadora, ya sabes. La vez pasada no pudiste encenderla porque no tenías baterías, así que decidí comprarte unas, no te había vuelto a ver por el café así que no pude dártelas antes- se explicó y yo quede estupefacta al recordar todo.

-¿Cuándo las compraste?

-Un día después de conocerte.

-Erick ha pasado un tiempo desde eso. ¿Las has traído en tu mochila desde ese día?- él asintió en respuesta a mi pregunta, ¿Qué se suponía que debía decir? ¿Gracias? Era un gesto muy lindo de su parte, algo raro, pero lindo al fin.

-Pensé que al darte mi número ese día me llamarías o por lo menos me enviarías un whatsapp, no fue así, pero descuida, no insistiré en que lo hagas.

-Oh, eso... Lo siento pero perdí la servilleta que me diste, pero espera- busque rápidamente mi celular en uno de los bolsillos de mi pantalón, me había puesto un poco nerviosa, más de lo normal así que debía parecer una tonta descoordinada. -¡Aquí esta!- exclamé como si hubiese encontrado la cura contra el cáncer cuando solo era mi celular. –Por favor anota tu nuero- comenté sonriendo por alguna razón y entregándole el móvil.

-Wow, ya hacía tiempo que no veía un Iphone 4, es algo obsoleto, ¿no crees?

-Bueno, míralo de esta forma. Era un nuevo Iphone o la universidad. No pensé que fueras superficial. Puedes regalarme uno nuevo si deseas- bromeé, en realidad no esperaba que lo hiciera, tampoco pensaba que fuese superficial, solo tuvo una reacción normal, además ambos estudiábamos robótica, una carrera que siempre intentaba ir a la par con cualquier avance tecnológico. De repente lo vi buscar de nuevo en su mochila. ¡Esperen! Si saca un teléfono de allí estaba seguro que moriría de vergüenza.

-Toma- dijo y extendió un Iphone 7s plus, estaba prácticamente nuevo, sentí como la cara iba a explotarme, esto solo pasaba en los libros de Wattpad.

-¿Esto es enserio?

-Claro que es enserio, yo anotaré mi numero en tu teléfono y tú el tuyo en el mío.

¡Plop! Mi burbuja se había explotado, él no me estaba regalando un Iphone, solo me estaba prestando el suyo para que guardara mi número, debo admitir que eso me tranquilizaba.

-Vale- dile con un ritmo cardiaco normal y una expresión mucho más que relajada, guarde mi número y volvimos a intercambiar teléfonos.

-Entonces Bri, lamento de nuevo lo del balón. ¿Quieres ir a comer conmigo?

-No... Bueno, es que tengo clases ahora- dije, tenía un taller así que no podía faltar.

-Oh, vale entiendo. Era de suponer que no todo me resultaría tan fácil contigo.

-¿A qué te refieres?- dudé alzando una ceja sin entender demasiado.

-Nada, cosas de chicos- él sonrió de la forma en que siempre estaba sonriendo. ¿Qué se supone que significaba eso de "cosas de chicos"? –Hasta luego Bri- se despidió y se acercó dejando un beso en mi mejilla, fue inesperado también, así que el color naranja volvió a aparecer en mi rostro en lo que el desaparecía entre la multitud de estudiantes por los pasillos.

Hasta los momentos no me había dado cuenta de lo genial que la estaba pasando con Erick a pesar del inconveniente con el balón y todo eso. Tal vez debía escribirle, tal vez podríamos ser amigos y tal vez eso era lo que necesitaba, un nuevo amigo con quien compartir, vale Camila era mi mejor amiga, pero con Erick era diferente, él era especial a pesar de lo poco que lo conocía. Era tiempo de ir a clases, así que me dispuse a eso, intenté guardar mi celular de nuevo en el bolsillo pero antes de eso este sonó.

Erick <3: Que tengas una excelente jornada en clases ;*

¿Erick y un corazón? ¿Qué significaba? ¿Por qué lo había guardado de esa forma? ¿Por qué estaba sonriendo al leer su mensaje?

No sabía las respuestas de esas preguntas aun, pero estaba a punto de averiguarlas y sin duda eso quería. 

Amor en tiempos de Libertad #EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora