Hoy te dejo de amar

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Mucho que pensar en mi habitación y poco tiempo para ejecutar el mar de ideas que ahoga mi existencia a esas alturas, todo debería ser más fácil como cuando niños solo pedías algo y lo obtenías al instante. La vida de adulto apestaba y más cuando todo se salía de tus manos.

Desperté y me lavé el cabello, me sequé y vestí como cualquier otra mañana, mi mochila ya estaba preparada en el sitio de siempre así que simplemente la cogí y salí de la habitación, pasando por la cocina de mi departamento me pregunté por Mathias, su presencia estaba ausente desde hacía ya varios días, no sé cuántos pero eran varios, lo más probable es que estuviese con mi madrina, su madre. Como fuese lo extrañaba pero en realidad apreciaba mi tiempo a solas, tiempo que había aprovechado para pensar en todas las situaciones que han venido pasando en mi vida y las que faltan por pasar. Incluso Alina estaba desaparecida de mi existencia.

Alina, mi novia.

El simple hecho de pensar en ella hacía que mi corazón se sintiera apretado y a punto de romperse, mi padre siempre dijo que era un chico muy romántico, yo creo que soy un chico muy cobarde pero admitirlo era complicado así que lo más sencillo era describirme como melancólico, emo tal vez. Como fuese, eso no cambiaría mis planes, nada lo haría.

Nada.

Sufrir por amor no era lo mío y lo estaba haciendo, romántico o no eso cambiaría hoy.

Abrí la puerta del departamento y salí hasta el pasillo, miré a mí alrededor, no había nadie, jamás me había puesto a recapacitar en lo solo que estaba: Soledad, una palabra nueva que atrae al diccionario de mi vida, me pregunto qué se sentirá... ¿Será bueno o malo? ¿Será tan terrible como lo describen los libros que mi padre lee? O ¿será reconfortante como lo había sido estos días?

El ascensor llego demasiado tarde como para evitar mi autolastima, de todas maneras lo abordé y presioné el botón sin pensarlo dos veces, el camino por las escaleras hubiese sido más largo, hubiese podido retrasar más mi encuentro con la realidad de mi futuro cercano, pero yo no ere un chico de escaleras, casi nadie lo era ya. Al salir noté que hacia sol, demasiado para ser tan temprano como era, el día era hermoso, eso era bueno. Lo tomaría como algo bueno. Caminé hasta el estacionamiento y monte el Abeo que me había regalado mi padre cuando me gradué de preparatoria, lo encendí y comencé a conducir fuera de la residencia de edificios hasta la universidad, estaba demasiado cerca, era algo práctico pero no siempre era lo más ideal, no lo era hoy.

Definitivamente no hoy.

Las clases pasaron lentas, me había reencontrado con mi amigo Mathias a segunda hora, solo nos saludamos en el salón debido a que el examen de física II se llevó toda mi atención, apenas lo terminé en el límite del tiempo estipulado, había vuelto a quedar solo en el salón a la hora de entregarlo, suspiré y suministré mi prueba al profesor de turno, este mi miro con la ceja levantada, yo no solía entregar de último, tampoco de primero pero definitivamente nunca de ultimo.

-¿Difícil?- dudó incrédulo revisando la prueba de forma fugaz.

-Vaya que sí.

-Me refiero al examen.

-Lo sé, lástima que yo no me refiero a eso- el profesor tenía ganas de intervenir y tal vez dar un discurso de adulto responsable con experiencia pero no lo hizo, solo soltó un suspiro y se dispuso a corregir el examen, lo pasé con la nota mínima, estaba demasiado distraído como para que me importara, tal vez si hubiese puesto más interés me hubiese dado cuenta de que el profesor me había regalado dos puntos en la prueba para poder pasarla.

-Arregla tus asuntos Dante, no haré esto una próxima vez- comentó con algo de decepción en su voz y luego me entregó la hoja de papel, sonreí y luego salí ignorándolo, una vez más sólo. Se me estaba haciendo fácil añadir esa palabra a mi vida este día. El teléfono sonó:

-¿Listo?- preguntó ella, habíamos acordado hablar esta mañana, ella había aceptado sin chistear, tal vez sabía de lo que se trataba todo, esperaba que lo tomara bien.

-Listo- solté y colgué, no necesitaba decir nada más por ahora. Nos habíamos citado en la cafetería más grande del campus, Soft and take cafe, por ser lunes debía estar repleta, no era un buen lugar para hablar sobre algo privado, pero era el lugar justo para impedirme escapar. Al entrar mire a mi alrededor y la vi a ella, estaba sentada en una mesa para dos esperándome, gire mi vista por el lugar. La gente tenía distintas expresiones, algunos parecían felices, la mayoría atareados y muy pocos tristes, pero ninguno parecía solo, yo era el único que parecía así, era el único que estaba así.

La barra llamó mi atención, lo vi a él sirviendo cafés con una sonrisa mientras hablaba con los comensales pero sus ojos no estaban en ninguno de los clientes ordinarios, estaban puestos en alguien sentado al final de la barra, esperaba que fuese alguien cualquiera.

No era alguien cualquiera.

Sus cabellos brillaban hoy más que nunca, me sentí tentado a acercarme pero no, solo la mire. El azul y el verde, sus colores signo, estaba bebiendo café y escribiendo en un cuaderno mientras usaba una calculadora, me pregunté qué hacía en ese lugar, era demasiado ruidoso para estudiar, pero allí estaba y él la mirada.

-¿Quieres algo?- preguntó una chica baja con una sonrisa, su uniforme mostraba que trabajaba allí, ella me saco de mi introspectividad y me hizo volver al bullicio del ambiente.

-No gracias- le respondí con una sonrisa que no me pertenecía, luego solo atravesé el gentío y me senté en la mesa para dos, mire a la chica frente a mí y la compare con la chica de la barra.

Alina y Brittany, Britanny y Alina.

Dos almas, dos mujeres, dos personas a las que lastime de alguna forma que me forzaba a no aceptar. Ellas no se comparaban en nada, las dos eran especiales. Las dos eran geniales, las dos me gustaban.

-¿En qué piensas?- dudó mi novia tomando mi mano encima de la mesa, era demasiado pequeña. No supe cómo no aceptar su agarre así que correspondí y le sonreí.

-En ti- respondí sincero.

-¿En mí?- ella dudó con una sonrisa pícara, se veía linda de esa forma. -¿Por qué piensas en mí?

-Bueno, eres un tema recurrente en mi vida así que no creo que sea tan rato hacerlo.

-No sé si definir ese comentario como romántico o soso- ella lo había interpretado como quiso y me besó en los labios, esta vez no correspondía aunque no le impedí hacerlo, sus labios eran tan suaves como siempre pero ya no sabían a nada. -¿Que tal tu examen?

-Me ha ido mejor en otras ocasiones.

-Estas raro.

-Lo sé.

-Escupe Dante, me preocupas.

Ella estaba exigiendo saber la verdad, debía decirle, debía liberarla de mí y dejarla ser feliz. Pero tenía miedo, bastante. Eche una última mirada a mi alrededor antes de hablar, Brianny aún estaba concentrada en su hoja sobre la barra. Erick ya no la miraba a ella, ahora miraba a alguien más, me miraba a mí.

¿Me juzgaba? No lo creo, tal vez solo estuviese analizándome, como esperando a que hiciese algo, cuando levantó su cabeza supe que noto que yo también lo miraba. Eso fue todo, no pude mantener mis ojos en él por más tiempo.

-Alina creo que... Creo que debemos terminar- no pude creer que lo haya dicho, el corazón ya no se sentía apretado, se sentía destruido, aunque listo para reconstruirse.

-¿A qué te refieres?- preguntó incrédula, tal vez no se imaginaba nada después de todo o tal vez pensó que no tendría el valor de decirlo.

-Quiero decir que... Hoy yo te dejo de amar.

Crudo, sincero.

-¿Estás bromeando?- ella aún no lo creía.

-No.

-¿Por qué?- su entonación de voz era exigente a pesar de que no levantó nunca el tono.

-Por qué es lo que siento. Nada es para siempre, lo lamento. No eres tú.... Soy yo, es solo que... No te merezco, te quiero pero no te amo. Estar contigo sería mentirnos, mentirme. Lo siento Alina. Definitivamente ya nada queda- me levanté y eso de todo, no sé si me llamó, no sé si alguien se dio cuenta.

Terminó, ya no había vuelta atrás.

Amor en tiempos de Libertad #EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora