-Ya estoy en camino.
-¿Vienes con alguien?
-¿Por qué lo preguntas?
-Curiosidad.
-Eres extraño padre. ¿Lo sabes, cierto?
-Se que mi hijo es un falta de respeto. Pero me toca vivir con eso.
-Voy con Mathias y antes que lo preguntes, sí, lo vestí elegante, así podrá pasar por una persona de verdad. Jejeje.
-Oh, ya veo. ¿Qué hay de Alina?
-¿Qe con ella?
-Pensé que la traerías.
-No, no la llevo. Papá, hay algo de lo que quiero hablarte sobre ella.
-¿Algo? ¿Qué pasa?
-Ya te lo diré en persona, por ahora me fijaré en el camino. Te quiero papá.
-¿Estás conduciendo mientras hablamos por teléfono? ¿Sabe lo peligroso que es eso?
-Adiós papá.
Colgué el teléfono desde él manos libres y me concentré en conducir, Mathias me miraba aunque disimulaba que no lo estaba haciendo. -Suéltalo- le dije esperando lo obvió.
-Eres un cobarde- dijo él y no me sorprendió ni un poco, tal cual lo había estimado, Mathias había prestado atención absoluta a la conversación entre mi padre y yo. -¿Por qué no le has dicho que terminaron?
-Se supone que no debes escuchar las conversaciones ajenas , en varios países es un delito.
-En este país es una costumbre.
-No he tenido tiempo, he esto demasiado ocupado en la escuela.
-Dante tu padre te llama todos los días, pudiste habérselo dicho en cualquier momento, además salimos de acciones hace casi un mes.
-Lo sé, no hace falta que me lo recuerdes ni que me regañes, ya tengo un padre. No quiero dos. Se lo diré hoy de todas formas.
La conversación acabo no sin antes recibir una mistada severa y de reproche por parte de mi mejor amigo, Mathias era sin duda un buen hermano.
Llegamos al restaurante donde mi padre me daría las felicitaciones por haber aprobado el tercer semestre de ingeniería industrial, lo hacía ahora ya que en días anteriores se encontraba de viaje con un proyecto del trabajo, me envió un regalo, un nuevo auto. MRW, gris plata, y una moto a Mathias, al parecer le había ido fantástico en su proyecto. El lugar era fino, Mathias desentonaba con su cara de maravillado, a pesar de que no era la primera vez que entraba a un lugar de ese estiló, no parecía acostumbrarse nunca. Su madre y él eran menos ostentosos, mi padre lo sabía y cada que salíamos con ellos trataba de buscar sitios más populares que elegantes. Yo tampoco era de ir mucho a ese tipo de restaurantes con pisos de mármol blanco, paredes a jugo y iluminación en exceso, donde el agua se servía en botellas de vidrio y hasta los conserjes hablaban francés y aparentaban tener más clase que la que tú podrás tener en toda la vida. Esos lugares eran idílicos para mi padre, una de las pocas diferencias que había entre ambos.
-Papá- le salude cuando el Metre nos llevó hasta la mesa, había lugar para cuatro personas, eso era extraño porque se suponía que solo seriamos él y yo.
-¡Dante!- exclamó con una gran sonrisa abrazándome y luego de la misma forma abrazo a su ahijado. -Veo se supieron vestir, esmoquin y corbatines. Eso es un punto a su favor, ya casi son adultos.
-¿Casi? Pensé que lo éramos desde hace un año.
-No, no, serán adultos cuando se gradúen y costeen sus cosas. Hasta entonces, siguen siendo niños torpes- dijo él con una sonrisa en su rostro, nadie más que él amaba el hecho de tener a dos adultos jóvenes bajo su tutela, si pudiera, nos tutelares hasta el día de su muerte, tal vez deba considerar revelarme. Dante el Cheguebara, revolución, patria o muerte. -¿Cómo ha estado tu madre Mathias?
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Amor en tiempos de Libertad #Editando
ChickLitDante y Britanny, dos mundos opuestos que van por los senderos de la vida, inexpertos y sin previo aviso de lo que pueda ocurrir. Ambos tratando de encontrar lo mismo, esa sensación que nos llena y nos dice que estamos vivos, no es felicidad, no es...