Entradas para Dos

712 37 0
                                    

El tiempo pasaba muy rápido, apenas noté que los cinco años ya habían acabado. Mi único trabajo era comprobar cuánto dinero salía y entraba de casinos, hoteles, y otros lugares. Al cumplir los 18 podía entrar personalmente en el casino y jugarme un poco todo el dinero que ganaba. Era divertido apostar con mi nuevo mejor amigo, Tom... y también nos divertía ver como algunas personas perdían mucho dinero, solo por nuestra trampas y trucos.

Ahora tenía 21 y podía hacer todo lo que se me antojaba. No quería depender de nadie, me gustaba vivir como yo quería, y pronto comenzaría a vivir solo. Debía volver a España, para seguir trabajando con ellos. Me buscaría algún piso y me llevaría a Ren conmigo. Ren era mi perro, un pastor alemán marrón y negro. Un día lo encontré por la calle, y desde ese momento nos hicimos muy amigos. Era mi perro guardián, el único en el que podía confiar y que no me molestaba demasiado.

Dejé a mi amigo y a los demás atrás. Recogí mis cosas y volví de vuelta a casa. Cuando llegué a Barcelona, recordé el día en que me fui. Mis últimos recuerdos aquí... Me dieron a Ren, y los dos nos fuimos a nuestra nueva casa. Al salir del aeropuerto me sorprendí al ver que estaba nevado, era la primera vez en cinco años que veía la nieve. En Las Vegas cuando empezaba a nevar a los pocos segundos se derretía, solo era aguanieve.

Ya había estado mirando pisos, y el mío ya me estaba esperando. Después de dejar mis maletas y tirarme en mi nuevo sofá, cogí el móvil y llamé a un amigo. Le pregunté si quería salir a tomar algo y enseguida me dijo que sí, colgué y fui a arreglarme un poco.

-Ren, ¿qué estás buscando? -Le vi rascar la maleta desesperadamente, y cuando la abrí se puso a rebuscar entre mis cosas, hasta que encontró su juguete. -Te dejo la comida y el agua aquí. No destroces la casa, que es nueva, ¿de acuerdo? -Ladró una vez y le rasqué detrás de la oreja. -Buen chico. No llegaré tarde.

Cogí la chaqueta y me fui, quedamos en uno de los lugares que todavía recordaba, un viejo bar que había en el centro. Cuando llegué me costó un poco encontrarle, pero le reconocí.

-Hey Ben, ¿qué tal?

-Vaya Liam, si que has cambiado. -Le di la mano y las estrechamos como dos viejos amigos. -¿Qué tal tus cinco años en las Vegas? ¿Jugaste mucho?

-Se podría decir que sí. -Me senté en la barra a su lado y pedimos dos cervezas. -¿Qué tal te va, amigo?

-Bastante bien, aunque el Instituto ha sido un poco aburrido después de que te fuiste. ¿Y tú, qué tal? ¿Trabajas, estudias...?

-Trabajo, temas de informática con un grupo de idiotas...

-Siempre has sido el mejor con los ordenadores.

-Y lo sigo siendo.

-¿Ya tienes novia?

-Sabes que esas cosas no van conmigo, ahora vivo con mi perro, Ren, y estoy muy feliz.

-Seguro que sigues ligando mucho, pero tu cabeza todavía no asimila algo más con una chica.

-¿Y tú ahora eres el experto en el amor?¿Tienes novia o qué?

-Sí, una compañera de Universidad, muy buena persona...

-Vaya...por fin has conseguido a alguien que te aguantara.

-He madurado, como todos los demás. Aunque parece que tú sigues siendo el mismo. 

-Me gusta ser el mismo de siempre, mi vida es perfecta tal y como es.

De repente escuché mucho ruido fuera, eran sirenas de policía, y por la puerta apareció una chica bastante apurada, parecía que había estado corriendo mucho. Por la ventana vi que dos coches de policía pararon delante del bar, y algunos hombres se bajaron. No sabía que estaba pasando, pero no me gusta demasiado ver a la policía tan cerca de mí. Los hombres entraron y de pronto sentí como me cogieron la mano.

Chicos MalosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora