Así empecé mi nueva vida, de la manera a la que yo quería jugar. Marcus me solía llamar por las noches, me pedía que entrara en bases de datos de locales, de seguridad o incluso parar las líneas de trenes, para coger unas mercancías y generar un poco el caos. Por supuesto tenía mi pequeño pago, unos mil euros fáciles solo por tocar un botón. Aunque a veces después del trabajo me inyectaban una cápsula de un líquido extraño, en el brazo, no fue como el primero, este me mantenía despierto y muy concentrado. Podía manejar muchas cosas a la vez con gran facilidad, pero también era adictiva. Con el tiempo era yo quién pedía las dosis, cada día me inyectaba una cápsula para mantenerme activo en el trabajo, pero tenía un efecto secundario... la luz del sol...no la podía ver, me dolían los ojos y la cabeza si me exponía a la luz natural.
Cuando mi hermana cumplió los 20 ya estaba en la universidad, y yo con 16 y seguía en el Instituto. Me metí en muchos problemas con mis amigos, y en varias ocasiones me pillaron la policía. Me llevaban a casa y cuando mis padres abrían la puerta y me veían acompañado de un agente, enseguida sacaban los dientes y empezaban a discutir conmigo. Esa mañana, como cada día me puse la capucha para caminar durante el día, cogí mi móvil, mi cartera y mis cosas y bajé para desayunar e irme cuanto antes con mis amigos.
-¿Dónde te has metido anoche?
-He salido de fiesta. ¿Algún problema? -Cerró la nevera de golpe, mi padre me miró muy mal y mi madre estaba a punto de perder los nervios.
-No contestes a tu madre.
-¿Entonces qué no pregunte? -De repente mi padre golpeó la mesa.
-¡Ya está bien, Liam!
-¿Qué? A Emily la dejabais salir y no le preguntabais nada después.
-Tu hermana es tu hermana, y ahora estamos hablando de ti.
-De mí...como siempre. -Me cogí un refresco y mis llaves de casa.
-¿A dónde vas? Tienes clase.
-Cuando entenderéis que me da igual el Instituto, yo soy yo, y Emily es la niña buena. Dejadme en paz.
Iba a abrir la puerta cuando de pronto me quitaron la capucha, la luz que entraba por las ventanas me dio directamente y un horrible dolor se juntó en mi cuerpo. Lo que me provocó que cayera al suelo. Fue mi madre quien me quitó la capucha al intentar detenerme. Lógicamente me enfadé mucho y más que rápido me la volví a colocar, tapando la luz que me estaba matando.
-No vuelvas a hacer eso. -Me levanté de nuevo y encaré a mi madre.
-¿Qué demonios te ocurre Liam? ¡Tú antes no eras así!
-¿Qué vais a sabes vosotros de mí? ¡No sabéis nada!
-Pues explícanoslo. ¿Sabes en cuántos problemas te estás metiendo por culpa de tus amigos? La próxima vez puedes acabar en un reformatorio. ¿Bebes, te drogas, qué estás haciendo con tu vida?
-Dejadme en paz. -Cogí la puerta y me fui, no quería seguir escuchando los mismo sermones que siempre.
Necesitaba mantenerme muy despierto hoy, tenía un trabajo muy importante en el que no solo tendría que usar el ordenador, y tenía que estar muy concentrado. Quedé con mis amigos en el lugar de siempre y hablamos sobre que tal le fue a cada uno en la fiesta. Claramente yo estuve liándome con varias tías, y después me acabé acostando con una en la parte de atrás de aquel local. Tenía que aprovechar al máximo el día, ahora que por las noches se me hacía un poco difícil dormir.
Estaba sentado encima de una vieja cinta de carga, bebiendo mi refresco y pensando en mis cosas. Cuando uno de mis amigos llamó mi atención.
-Eh Liam, ¿qué vas a hacer en fin de año?
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Chicos Malos
Romansa¿Qué pasaría si el chico más molesto, creído y el mayor acosador de la historia, te acabara enamorando? Alena solo quería una vida universitaria tranquila y relajada con sus amigos, pero con él todo serán problemas y peligros.