La Paz, BOLIVIA - Noviembre 2041 (Idioma original)

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El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia parpadeó una vez cuando acabó de leer el documento —Sisox regresó a su lugar tras oír la orden—. Su ministro de Relaciones Exteriores, que usaba un cubrebocas rojo, estaba de pie a su lado; sostenía un cuaderno con sus dos manos.

—¿Y bien, Señor? ¿Qué piensa usted hacer? —interrogó el ministro. Su interlocutor no mostró ninguna señal de haberlo oído; se mantuvo tan inexpresivo como siempre. De pronto apareció una mosca de la nada pero no duró demasiado tiempo volando hasta que el hombre la apretó con el pulgar y el índice de su mano derecha, sin mover la cabeza.

—Neutralidad —contestó finalmente Rafael Caligo.

—¿Neutralidad?

—Por supuesto. Si tuviera que elegir un bando, la respuesta sería sencilla. Pero soy demasiado inteligente como para llevar a Bolivia al borde del abismo. Nuestro querido Estado no se alineará atrás de los brasileros, pero tampoco de los argentinos. Bolivia se mantendrá neutral.

—Ya veo... Pues esa me parece una decisión acertada —opinó el ministro de Relaciones Exteriores. La cabeza del presidente giró lentamente hacia la izquierda en un movimiento casi robótico, para decir:

—Me alegro. Nuestra nación observará atentamente el desarrollo de esta contienda, lamentándola siempre, ¡porque la paz es lo necesario en el mundo! El motivo de la guerra me parece absurdo, pero pienso que la República Argentina hace bien en honrar su dignidad; después de todo, ese es su deber.

—Sí, por supuesto, yo opino como usted. Nosotros no permitiríamos nunca que otro país nos robe la receta de una vacuna.

—Ni la receta de una vacuna ni nada, por supuesto —dijo el señor Caligo—. Ahora bien, dígale al señor Morales que me traiga el informe sobre el desarrollo económico de las alpacas. ¡Las alpacas llevarán a Bolivia a su máxima potencialidad!

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