El presidente Wellington se mostró algo asombrado de estar hablando con tres hombres que parecían idénticos y que usaban anteojos oscuros. Los tres, además, estaban vestidos de traje y utilizaban un cubrebocas negro. Esto último, sumado al marcado acento británico con el que hablaban, hacía que al presidente de los Estados Unidos le resultara algo difícil entender algunas palabras o frases que decían.
—Entonces —pronunció uno de hombres—, estamos intentando hackear la red rusa para obtener información confidencial.
—Pero no es nada sencillo —continuó otro de los hombres—, pues poseen varias barreras electrónicas y contraseñas que imposibilitan el acceso.
—Meh, rusos —dijo el tercero.
—Señores, disculparán mi curiosidad —dijo el presidente Wellington—, ¿pero hay mucho sol en la habitación donde se encuentran?
Los tres espías ingleses se miraron entre sí y el señor Wellington se sintió un estúpido.
—No, ¿por qué? —preguntó uno de los hombres.
—Oh, ¿es un mensaje en clave? Anótelo, Johnson: "mucho sol en la habitación" —dijo otro de los hombres.
—No, no, no era ningún mensaje —dijo Wellington—; era simple curiosidad. Como están usando esos anteojos...
—Ah, los anteojos. Son para encubrir nuestra identidad —dijo uno de los espías.
—Sí, uno nunca sabe cuándo pueden estar espiándote los rusos —dijo otro.
—Meh, rusos —repitió el tercero. El presidente de los Estados Unidos los miraba boquiabierto.
—Usted puede apagar la luz y se esconde con facilidad —dijo uno de los espías. El señor Wellington se sintió ofendido. El espía se echó a reír y los otros dos se rieron junto a él. Luego el hombre se puso serio nuevamente—. No, en serio. Estamos reclutando más espías de su, eh, tez, porque se camuflan con suma facilidad en la oscuridad.
—Ah —fue lo único que pudo decir el presidente de los Estados Unidos—. Volviendo al tema, ¿entonces no poseen por el momento novedad alguna?
—No, no por el momento —contestó el espía que había dicho lo de la tez—. Hemos enviado a varios de nuestros compañeros a que penetren en territorio ruso.
—Sí, puede que allí se encuentren más cerca de la información que necesitamos. Aunque no lo aparenten, los rusos son confianzudos —dijo otro de los hombres.
—Meh, rusos —dijo el tercero.
El señor Wellington movió la cabeza.
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2041
Fiksi IlmiahA fines de 2040, una nueva variante de un virus ya existente comienza a expandirse por todo el mundo, desde Rusia. Las agencias de investigación de las potencias de Occidente buscan desentrañar la verdad y aplicar represalias. Mientras tanto, una ab...