El presidente uruguayo sintió terror cuando apareció la bandera argentina en la pantalla gigante. A pesar de que no estaba al tanto del descubrimiento de Martini, tuvo un muy mal presentimiento. No era costumbre en absoluto que el presidente argentino lo videollamara, mucho menos sin aviso previo.
—Atender —ordenó, con el corazón en la boca. Se moría de curiosidad y no podría soportar ni un segundo sin saber qué estaba pasando—. Hola, presidente Mar...
—Mire lo que encontré —lo interrumpió Martini, mostrando una camarita y un mini micrófono. Acto seguido los estrelló contra el escritorio—. El microfonito estaba bajo este mismo escritorio, y la camarita estaba ubicada en esa dirección. ¿Tiene usted idea de quién los colocó ahí? —Galván abrió la boca para contestar, pero no tuvo oportunidad de emitir sonido—. No me conteste. Sólo le voy a decir que desde este momento tienen usted y su provincia rebelde un serio conflicto diplomático con la República Argentina. ¿Todo este tiempo me estuvo tomando por tonto? Bueno, le voy a demostrar que cuando me hacen enojar saco mi peor lado. Y no le declaro la guerra sólo porque no pienso degastar a mi ejército en una guerra absurda y sin sentido. Su Estado no representa ninguna amenaza para con el mío, usted sólo me da pena, y destruir su minúsculo ejército sería una demostración de lo que ya sabe usted de sobra: que Uruguay es un don nadie, incapaz de hacer nada.
—Le voy a pedir por favor que hable con más respeto —dijo Alejandro Galván. Había pasado de estar sumamente nervioso a estar sumamente enfurecido—. Estoy harto de que hablen mal de mi Estado. Uruguay no tuvo la culpa de lo que pasó entre Argentina y Brasil. Si ninguno de los dos fue lo suficientemente capaz para retenerlo, no se la agarren con Uruguay. Desde nuestra independencia, siempre fuimos sometidos a los intereses de nuestros gigantes vecinos, ¡y fueron ustedes los que impidieron nuestro desarrollo!
Martini se echó a reír.
—Por favor, ¿ahora es mi culpa que su país sea retrasado? —dijo, sobrador—. Deje de invertir en vacas y construya alguna fábrica, alguna empresa. Deje de mirar para arriba y para la izquierda y fíjese en sus propios asuntos.
—¡¿Ve lo que le digo?! ¡Soberbio como siempre, como cualquier argentino! ¡Siempre miran desde arriba como si fueran lo más! ¡Es una casualidad que hayan pasado quince años sin que su país haya caído en una nueva crisis! ¡Debería ser una potencia mundial en este momento y apenas es una potencia regional!
—¡¿Ve lo que le digo?! —gritó Martini levantándose de su asiento—. ¡Uruguay siempre mira para otro lado y así está! ¡Al menos Argentina es una potencia y Uruguay no es nada! ¡En lugar de pasarle la receta de la vacuna a Brasil, ¿por qué no la hicieron sus científicos?! ¡Ah, espere, ya lo sé: porque no tiene científicos! ¡A partir de este momento se rompen todos los vínculos políticos y diplomáticos, acuerdos comerciales y todo lo que se le ocurra! ¡Y olvídese de que Argentina le provea vacunas! Esta conversación se terminó.
La pantalla gigante se apagó y Galván golpeó con fuerza su escritorio.
—¡Argentinos de mierda!
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2041
Ciencia FicciónA fines de 2040, una nueva variante de un virus ya existente comienza a expandirse por todo el mundo, desde Rusia. Las agencias de investigación de las potencias de Occidente buscan desentrañar la verdad y aplicar represalias. Mientras tanto, una ab...