Fiodor Boriso era el presidente de la Federación Rusa, la nación más grande del planeta. Era un hombre muy alto, muy pálido y muy serio. Tenía una mirada sombría y misteriosa. Su despacho en la Casa Blanca Rusa estaba abarrotada de banderas y de los colores blanco, azul y rojo. Sobre su escritorio presidencial, había una fotografía enmarcada de un oso pardo europeo.
—Hemos llegado ya a las cien mil dosis, Señor Presidente —dijo su ministro de Salud. El señor Boriso subió y bajó la cabeza con una lentitud y elegancia únicas.
—Eso está muy bien —pronunció—. Que se sigan produciendo, pero... —apenas se rio—, no hay ningún apuro.
—No, por supuesto. Por cierto, le recuerdo que en cinco minutos tiene la videoconferencia con China.
—Ah, sí. Tráigame por favor cinco shots de vodka. De manzana verde.
—Sí, por supuesto, Señor. Enseguida se lo traigo.
El ministro dio media vuelta y se encaminó a la salida del despacho. El presidente ruso se estiró y descontracturó. Luego se quedó pensando en los shots que estaría a punto de tomar. Hablar con el presidente chino siempre le hacía doler la cabeza, así que embriagarse un poco antes de la videoconferencia ayudaría.
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2041
Ciencia FicciónA fines de 2040, una nueva variante de un virus ya existente comienza a expandirse por todo el mundo, desde Rusia. Las agencias de investigación de las potencias de Occidente buscan desentrañar la verdad y aplicar represalias. Mientras tanto, una ab...