Prólogo.

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“No te preocupes cariño, ya me he acostumbrado a andar con
el corazón roto y a llorar en silencio”
-Mente desordenada.



La vida te da dos opciones:

1. Quedarte en el suelo viendo como los demás te superan.

2. Levantarte de ahí y seguir adelante.

Mi problema era que, sin importar cuál de las dos opciones tomara; mi vida seguía siendo un desorden. Cada vez que intentaba salir del hoyo en el que me había metido, más problemas me caían encima y volvían a embaucarme, hundiéndome cada vez más en lo profundo del desastre.

Ya comenzaba a resignarme a muchas cosas, como a aceptar de una vez por todas que mi presencia dañaba, y que mi forma de ser no me llevaría a ninguna parte. No me importaba mi aspecto, ni mucho menos lo que pensaran los demás sobre mí. Pero cuando me acercaba al espejo en mi habitación, veía cada una de las heridas que me había ganado en peleas, y ahí crecía mi odio.

Cada golpe me recordaba porque yo estaba ahí, y cada gota de sangre derramada me obligaba a callarme.

Nadie entendía por qué lo hacía, nadie se tomaba un poco de tiempo para preguntarme qué tan bien me sentía.

Nadie, hasta que llego ella.

La melodía del luchador.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora