Capítulo treinta y siete.

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37.

—¿No vendrá? Es la segunda vez que no se presenta.

Ignoro por completo la conversación que entablan Rowling y Erick. A los chicos les parece preocuparle que Simon no se haya presentado estos días, al igual que yo se preguntan a qué hora volverá, si se encuentra bien, si está estable emocionalmente, si se ha olvidado de mí o simplemente desea recuperar fuerzas solo. Y aunque nadie lo sospeche estos días sin saber de él me están matando poco a poco. Intento disimular mi desanimo mientras Nathan toca el piano, él me sonríe cuando cambia de tonada y toca una que compuse hace poco, la cual tenía pensado enviar a la universidad de artes musicales, como muestra de mi talento. Pero la tonada ha resultado ser una melodía corta y triste, y por más que intento disimular mi tristeza, ella se refleja en todo lo que hago.

—¿Qué tal? ¿Soy el pianista correcto para tocar tu melodía? —ríe cuando termina de tocar.

—Diría que te falta un poco más de práctica —me burlo un poco para subirme los ánimos.

Nathan se levanta del piano y se sienta a un lado de mí en la lona. Sus brazos me rodean, sonrío cuando comienza a acariciar mi cabello como si fuese un cachorro, y él también ríe al darse cuenta del asunto. El bar está vacío, a excepción de los trabajadores y nosotros. Rowling acaba la conversación con Erick y me mira desde largo, me decepciona el hecho de que ni él sabe nada sobre Simon, somos como ciegos intentando palpar a un elefante; sin idea de qué hacer.

He pensado demasiado sobre aceptar mi traslado. Sé que se trata de un mes, pero las cosas aquí están desmoronándose y tengo miedo que junto a ellas lo haga mi relación con Simon, la cual pende de un hilo muy delgado. Mi mente me ha llevado a pensar cosas que torturan, cosas que me hunden cada vez más, y comienzo a creer que sacrificarme de todas maneras no me llevará a ninguna parte, al igual que quedarme aquí esperando a Simon. Y aunque ya hayan pasado los tres días vigentes para él, sigue sin aparecer, y eso me mantiene impaciente, nerviosa y triste.

—Ju está como loca con todo esto de tu traslado —deja de abrazarme y me mira de frente— quiere hacer una despedida y muchas cosas más.

—Dile que no quiero nada de eso —suspiro pesadamente e intento mantenerme firme.

—Cuándo me dirás qué es lo que sucede.

Evito la mirada de Nath y me levanto dispuesta a huir, pero me toma de la mano, obligándome a quedarme de todas maneras.

—No soy tu enemigo Alexa, ni mucho menos el de Simon —lo dice y noto lo herido que se siente— quiero lo mejor para ustedes, que estén juntos y vivan feliz, pero hace tres días llegaste llorando a la casa sin Simon, y eso me desconcierta por completo, porque desde ese día que no te visita y tú te la pasas llorando en la habitación.

Me suelta. Restriega sus manos en el rostro y se aleja.

¾No me gusta verte así, ni ver a Simon a como lo era antes.

—Nathan yo... —me interrumpe con un ademán.

—Pero entonces ustedes se hacen novios y pierden toda su confianza en mí, como si yo los fuese a regañar o a reprochar el que estén juntos.

Quiero abrazarlo, pero él se aleja demasiado, no hay odio en su mirada, sino, tristeza y decepción, está herido por el simple motivo de la desconfianza, y eso me hace sentirme aún más mal, porque me doy cuenta que me he estado escondiendo en una burbuja, donde lo escondo todo para mí, donde siento que soy la única persona que pasa por malos ratos, olvidando por completo que allá afuera, en realidad, están las personas que me apoyan, que me quieren y aprecian, las personas que entenderían todo por lo que estoy pasando.

La melodía del luchador.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora