13.
Alexa.El tacto de su mano en mi muñeca me hizo estremecer. Y un sentimiento inexplicable se albergó en mi pecho, su mirada se desvió por completo, ocultándose de mí. Quise devolverle el gesto, sabía que lo hacía para darme confianza, pero al parecer le afecto tanto que perdió todo contacto que habíamos establecido en este corto tiempo.
La música fue subiendo de nivel, enviándome a la realidad de la cual me estaba perdiendo. El local volvía a levantarse en mi campo de visión, mostrando la gran cantidad de espectadores que tendría dentro de poco.
—Linda falda —Erick se apareció entre Simon y yo, con su cuerpo empapado en sudor y una sonrisa enorme.
—Gracias —grite para hacerme oír.
Simon regresó su mirada a mi vestido, lo miró y volvió a la conversación que había comenzado con Josh.
—Es un privilegio tenerte aquí. ¿Tomas?
Su aliento estaba cargado de alcohol, y la mayoría de sus movimientos eran solo para mantener el equilibrio. Negué con la cabeza cuando me extendió una cerveza, si tomaba otra terminaría haciendo el ridículo en la tarima.
—Fue algo impactante verte entrar al bar, yo me dije joder Erick, esta noche está que arde —comenzó a reír, y su manera de hablar me hacía sentirme incómoda.
Hale del borde de mi vestido, deseando que Erick acabara de hablar y yo pudiera escaparme con una excusa coherente. Pero su cuerpo cada vez más se acercaba y me acorralaba contra la barra.
—Alexa —escuchar a Simon me ayudó a quitarme a Erick de encima— Nath está en los vestidores, te necesita.
Baje desesperadamente del taburete, y tome rumbo directo a los vestidores, dando traspiés y tambaleándome entre el montón de personas que chocaban conmigo en el camino. Simon delante mío no ayudaba mucho, su cuerpo solo enviaba al gentío que abarcaba por montones los pasillos y barras hacia mí.
Al llegar, el sonido lejano de la música era lo único que se encontraba en los vestidores. Mire a Simon, él entró por completo y tomó asiento en su lugar de siempre.
—¿Y?
—¿Y qué?
Lo mire incrédula, sabía muy bien a lo que me refería.
—Nathan, ¿dónde está?
Dejó de pellizcar el tapiz del asiento y me miró.
—No lo sé —sonrió divertido. Le había visto sonreír así solo una vez y fue justamente cuando me amenazó si no le traía su abrigo¾. Te invente eso porque se te veía cuan incómoda estabas con Erick.
Ni tan siquiera me miraste al rostro después de tocarme la mano, quise decirle.
Solté un suspiro y me apoyé en el umbral de la puerta. Lo raro era que, me encontraba más incómoda que con Erick. Y Simon no podía negar que se encontraba igual.
—Entonces... ¿Te quedarás hasta que regrese Ju?
Un Simon amable no estaba en mis planes, pero me alegraba que así fuera.
Entre al vestidor y recorrí el lugar con la mirada.
No era un lugar aseado, pero tampoco olía mal. El perfume de hombre abarcaba la mayor parte del vestidor, y los casilleros con candados de diferentes tamaños dominaban la pared más grande.
—Al parecer.
Intenté no chocar mi vestido contra el lavabo con toallas encima.
—Ya veo —lo miré esperando que me dijera algo sobre tomar el trabajo, pero en cambio se limitó a asentir.
—¿No te incómoda?
Le di la espalda.
Pareció no haberme escuchado, pero para cuando me di la vuelta su cuerpo estaba apoyado en uno de los casilleros.
—¿Por qué debería incomodarme? —se cruzó de brazos y adopto una pose de chico malo.
—Porque básicamente soy como una piedra en tu zapato.
Sonrió.
Sonrió tanto que la cicatriz en su mejilla se contrajo hasta camuflarse con la piel sana. Sus labios eran gruesos y rosados, cualquiera diría que todas las mañanas se aplicaba labial, pero no, era su color natural y eso me hacía sentir un poco de envidia.
—Claro que fuiste una piedra en mi zapato, pero como veo esa banda de malhechores no han intentado matarte en estás dos semanas que estuviste sola —miró sus zapatos y volvió a sonreír— además, hay que aprender a llevar esa piedra en el zapato.
—Oye, lo de la piedra en el zapato lo decía en sentido metafórico —volví a la entrada y lo miré de reojo.
Me sentía menos nerviosa, el venir y hablar con Simon había alejado toda mala vibra en mí.
—Entonces... —caminó hasta la entrada y salió por completo— yo debo irme y tú debes tocar.
Llevaba su bolso al hombro, y al parecer se había puesto el abrigo por el cual habíamos discutido varias veces.
—¿No te quedarás? —me desilusionaba el hecho de que se fuera.
—Sí. Pero como tocarás hasta que vuelva Ju, no tienes que preocuparte sobre que no te escucharé tocar.
Tocó mi hombro y lo masajeó.
—Tranquila, solo recuerda que no tocas para el público, hazlo como si tocarás para ti.
Alejó su mano y me dio la espalda para seguir su camino. Pero mi lado egoísta quiso detenerlo.
—¡Simon! —le llame.
Se detuvo, aún dándome la espalda.
—¿Sí?
—Que tengas buena noche —mi voz tembló sin razón alguna.
—No vemos mañana, Alexa.
Volví al bullicio del bar, minutos después de verlo irse. Nathan me esperaba desesperado en las escaleras que daban al cuadrilátero, donde ya se encontraba el piano.
Subí tomando en cuenta el consejo que me había brindado Simon. Tome asiento en la banca, deje caer mis dedos en las teclas, no sin antes arreglar mis partituras. Inhalé, tal y como me había enseñado papá, cerré los ojos y quise no ver la sonrisa de Simon, pero fue imposible no verla.
Eran como un imán para mí, y odiaba recordar en estos momentos eso de «los polos opuestos se atraen» ya que Simon era tan diferente a mí y era muy pronto para engancharme de esta manera a un hombre.
Él era libertino, sabía tanto sobre la vida que el peligro ya no era un obstáculo para él. Y yo tan solo era una chica que se dejaba llevar por todo lo que le ordenara su padre.
Éramos tan distintos que dolía.
Tan distintos que hasta una amistad sería difícil de llevar.
No recuerdo muy bien cuantas veces escuché a Nathan decirme que la presentación fue asombrosa, ni mucho menos recordé las veces en que di las gracias a un montón de desconocidos, ya que mi cuerpo estaba ahí, pero mi mente se aferraba a quedarse mirando el rostro de un chico que llevaba una cicatriz sobre su mejilla.
ESTÁS LEYENDO
La melodía del luchador.✅
Teen FictionSimon Hoyles vive bajo la traición de su hermano mayor, después de todo el tiempo que ha pasado intentando superar aquello se le es muy difícil olvidarlo. Ha tenido que pasar noches enteras bajo golpes de otros para poder así calmar sus angustías y...