Capítulo seis.

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6.
Simon.

Me había acostumbrado a salir golpeado de todos los lugares a los que iba. Llevaba más de dos años y medio trabajando para el señor Rowling. Antes de todo eso mi vivir era ir a callejones donde hacían apuestas clandestinas entre sí.

Todos eran chicos que no sobrepasaban los veintidós años, y yo era un chico de diecinueve, con un hermano problemático, un padre que trabajaba de lunes a domingo y una madre próxima a una depresión por el mal camino que comenzaba a tomar mi hermano.

Fui reclutado, por así decirlo, en un local donde se daba la lucha libre como un espectáculo. Ahí conocí a Nathan, él era uno de los muchos chicos que amaban ver pelear. Nathan llevó a su padre, el cual me ofreció un trabajo estable en su bar.

Mi mal camino termino ahí, o tal vez eso creí yo. Mi hermano en problemas y yo su única salvación.

En uno de sus encuentros con pandillas lo defendí, no era un boxeador profesional en ese entonces, pero sabía muy bien cómo defenderme contra una multitud.

Ellos pedían dinero, cosa que no teníamos. Fue entonces cuando todos cayeron sobre mí, un hermano deseoso de salir de ese hueco que algunos vándalos llamaban familia hizo lo posible para darles lo que fuera.

No le importó hacerme daño.

Ahora, cuatro años después, él era hombre completamente cambiado, muchos podían verlo y nunca creerían todo lo que tuvo que pasar para llegar a ser quien hoy en día es. Un hombre impecable, con un trabajo de oficina estable, sin heridas en su piel, con una prometida hermosa y próximamente una casa propia.

Pero para él, yo aquí era el malo.

Yo era el que no respetaba a nuestros padres, el que solo buscaba problemas, era yo el que no valoraba mi vida. Se notaba que el éxito se le subió hasta la cabeza y borró todo recuerdo de su pasado.

—¿Necesita ayuda, joven? —me mantuve en la misma posición, con mi cabeza agacha y mis manos en mi abdomen.

—Me encuentro bien, gracias —Intente no soltar un quejido delante la señora.

Estaba a una cuadra del bar y de mi casa. Tenía que presentarme hoy a trabajar, pero también debía ir a casa, limpiarme todas las heridas y tomarme alguna pastilla para el dolor.

Me levante de un solo quejido, mi labio ardía y un bombeo en mi ojo comenzaba a ser irritante. Me apoyé en una pared y cerré los ojos, el rostro asustado de Alexa apareció, sus ojos llenos de lágrimas y su labio temblando por lo que había hecho. Me había salvado, y esta vez no se equivocó, esta vez sí necesitaba de su ayuda.

Escuche como un auto se estacionaba. Si eran ellos nuevamente moriría sin que me tocaran. Pero la voz de Nathan me alivio hasta el punto en que me dejé caer en la banqueta.

—Bro —me sostuvo del cuello— ¿Fueron ellos? ¿Siguen detrás de ti?

Mire el auto. Eso solo me dejaba claro que Alexa lo había llamado.

—¿Ella está bien? —logre respirar.

—Un poco golpeada y confundida —quitó mi mano de mi abdomen— ¿Te amenazó?

—¿Le dijiste algo? —no sabía el porqué de mi repentina preocupación por Alexa.

—Nada. ¿Te amenazó?

Me moví buscando comodidad.

—No tuvo oportunidad —recordé el rostro del hombre al ser golpeado por Alexa.

—No dejaré que ella se acerque a ti.

Me ayudó a levantarme y me subió al auto. Cuando desperté me encontraba en mi cama, con pijama, las luces apagadas y mi perro Will en mi regazo. Will era un labrador, lo adopté en una campaña en la que me di como voluntario, puedo decir que fue amor a primera vista. Él estaba todo golpeado y con la mayoría de su cuerpo sin pelo.

La melodía del luchador.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora