7.
Alexa.Una de sus manos sostenía mi rostro y la otra el abrigo lleno de maquillaje. Se alejó bruscamente cuando se dio cuenta de lo cerca que estábamos; su pierna rozaba mi cadera y mi pecho su pecho, nuestros rostros solo se separaban por la prenda que me mostraba.
Yo definitivamente estaba jodida. Que no debía volver al bar, me decía. ¿Pero por qué? ¿Tan grave es el asunto en que está metido?
Tiró el abrigo de la rabia y restregó sus manos por todo su rostro. Yo aún no me movía de donde él me había dejado, y es que estuvo a centímetros. El contacto con su cuerpo me asustó y mucho más cuando pasó el abrigo por mi rostro.
—Que tan hundida en esto estoy —su mandíbula se contrajo al escucharme, debía enojarle que insistiera otra vez.
—Solo vete —recogió el abrigo—, no quiero volver a verte, largo Alexa, no eres nada aquí —dio frente al asunto—. No debe interesarte ¿okay? Saldrás manchada de sangre si sigues insistiendo.
Cerré los ojos, inhalando por la boca y exhalando por la nariz, calmando mis impulsos de gritarle y decirle que se volvió de mi interés desde que me sacaron del auto arrastrada, desde que golpeé al hombre con la roca.
Cuando abrí los ojos él ya no estaba.
Pase una mañana cansada, todos en la universidad me veían de reojo los golpes, murmurando cualquier teoría que se les viniera a la cabeza. Tampoco fue fácil librarme de las preguntas de Julissa y los profesores.
—¿Me dirás? —suspire cansada.
—Solo promete no salir corriendo donde él —la mire.
Tomamos asiento en las bancas fuera de la universidad.
—Lo prometo.
Tomé aire hasta que no pude más, la mirada de Julissa pasó de mí a la lata de refresco que estaba justo en sus pies. Rasgue con mis uñas el metal de la banca, intentando desviar mi nerviosismo a esa parte.
—Ayer —comencé— cuando iba con Simon a mi casa —sentí que mi uña se quebró— unos hombres nos prosiguieron, y bueno, al parecer tienen algo con Simon.
—¿Ellos te golpearon? —ahora me miraba.
—Sí.
—¿Por qué no lo dijiste? —alzo un poco la voz— Alexa soy tu amiga, ¿por qué no lo dijiste?
—Se lo prometí —dejé de rasgar el metal— no se lo digas, Julissa, prométeme que no se lo dirás.
Russel llegó antes de lo pensado. Me levante siendo acompañada por Ju, el auto de su padre se estacionó detrás de Russel, su conductor no salió, haciendo obvio que Simon era el que manejaba.
Mire a mi amiga, suplicándole que no mencionara nada, ella asintió un poco enojada. Antes de entrar al auto logre verlo, a lo que él quitó la mirada y arrancó.
—Todo bien señorita —entre al auto.
Mire a mi chofer a través del retrovisor.
—Eso creo —sonreí pesadamente.
Tener a Simon cerca fue un golpe de emociones, me sentí enojada por haberme arrastrado hasta la esquina del callejón, pero ya cerca, cuando toco mi rostro con su mano, cuando lo hizo fue diferente, me sentí... rara. Deseosa de que se acercara más, pero me asustó sentir la prenda en mis mejillas, luego verlo con su labio a medio sanar y los moratones por todo su rostro y cuello me causaron tristeza.
Odiaba encontrarme con los típicos chicos malos llenos de secretos y problemas, no me gustaba lo cliché, pero Simon derrochaba problemas y mal comportamiento hasta por las orejas. Él era el típico chico malo que se la pasaba de pelea en pelea y, aunque fuese su trabajo, seguiría haciéndolo, seguiría en problemas.
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La melodía del luchador.✅
Teen FictionSimon Hoyles vive bajo la traición de su hermano mayor, después de todo el tiempo que ha pasado intentando superar aquello se le es muy difícil olvidarlo. Ha tenido que pasar noches enteras bajo golpes de otros para poder así calmar sus angustías y...