Capítulo cinco.

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5.

Dos autos al lado de nosotros y una motocicleta escoltándonos. Mi corazón bombeaba tan rápido que, puedo jurar, se escuchaba más que los motores rugiendo allá fuera. La vista de Simon viajaba intranquila a los dos lados, de izquierda a derecha y viceversa. Mis manos tiemblan mientras retengo mis impulsos de preguntar qué demonios está sucediendo, pero Simon marca la direccional y se estaciona en una esquina de la calle. Los dos autos se estacionan uno delante y otro atrás, dejando a los hombres que iban en la motocicleta al otro lado de la calle.

—Esto es conmigo ¿sí? —habla sin quitar la vista del volante— Por nada del mundo salgas.

Abro mi boca para preguntarle, pero en vez de palabras se me escapó un chillido al ver a un hombre de un metro ochenta, moreno, mucho más corpulento que Simon, calvo y con una mirada que te veía hasta el alma en mi ventana. El hombre sonreí malvadamente, señalando a Simon.

—¿Va? Te quedas dentro —me entrega las llaves del auto— si pasa algo te vas. No esperes a nada.

—¿Qué sucede? ¿Eres un tipo de narcotraficante? ¿Debes dinero a estas personas? —mi mano tiembla al recibir las llaves.

—Te vas y punto —da un largo respiro y sale del auto.

Cierro inmediatamente la puerta del conductor. El hombre calvo desaparece al ver a Simon salir. Me quedo unos minutos procesando mi estado, estoy sola en un auto, en medio de quien sabe qué tipo de enfrentamiento, débil por el miedo y propensa a ser secuestrada, tal vez. Todo sucedió en un abrir y cerrar de ojos. A penas salimos del bar dos autos y una motocicleta nos persiguieron hasta una calle nada transitada.

Me cambio de asiento con tal de saber qué sucedía allá fuera, bajo un poco la ventana para escuchar mejor, y sentada sobre mis rodillas dispongo toda mi atención a la conversación de los hombres y Simon.

—¿Cómo se encuentra tu hermano? Hace mucho que no lo vemos —el hombre calvo se acerca a Simon, pasando sus dedos por la cicatriz de su rostro.

Pero Simon se aleja, evitando cualquier tipo de contacto.

—No tengo ni idea de él.

—Creo que estás mal Simon... —mi estómago se revuelve al ver un arma en las manos de uno de los motociclistas— Ayer lo vimos salir de tu casa con una hermosa mujer.

Me sobresalto al ver que Simon intenta golpear a aquel hombre, pero los demás se acercan, evitando que Simon lo agreda. Tomo el seguro de la puerta, pero mis dedos tiemblan y lo único que llego hacer es que el seguro se resbale entre mis dedos.

Levanto mi vista. ¡Maldición! ¡¿Qué está sucediendo entre ellos?! El hombre calvo es llamado por el otro que trae el arma, y señala el auto.

Oficialmente estoy muerta.

Reviso rápidamente mi celular; Un mensaje de papá disculpándose por no poder llegar al ensayo, una imagen enviada por Ju y tres llamadas perdidas de Nathan. Para cuando guardo mi celular y levanto la mirada me encuentro con el hombre del arma. Salto del susto, mi cabeza se golpea contra el techo del auto y mi cadera con la palanca de cambios.

— ¡Ella no sabe nada! —Simon intenta llegar a mí, pero lo toman por los brazos, inmovilizándolo.

Oh no.

Esto se puso peor. Intenta abrir la puerta y al primer intento la abre. Es ahí donde recuerdo que el seguro se resbaló entre mis dedos.

Una sonrisa pervertida y malévola repintan en el rostro del hombre. Me siento a morir con mi corazón bombeando cada vez más rápido, su mano se enreda en mi tobillo, y con un jalón me saca del auto. Grito con todas mis fuerzas, pero la noche ya había caído y en la calle ninguna alma noble se paseaba.

La melodía del luchador.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora