Capítulo veintiseis.

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26.
Multimedia: Give me Love, Ed Sheeran.

—¿Simon?

Toco la puerta antes de entrar, un hombre alto con bata blanca cura las heridas de Simon. La pelea ha sido un completo éxito, Simon a derrotado a su contrincante, dejando al hombre tirado en la lona.

Me acerco a la camilla, él me sonríe y con su brazo sano me rodea los hombros, atrayéndome a su pecho desnudo y lleno de golpes. Besa mi cabello y con una sonrisa llena de victoria me besa.

Sus labios saben a sal, me besa despacio y con cuidado, su contrincante dio una buena pelea, dejando a Simon con unos leves raspones en su rostro, pero según su entrenador eso era nada para un hombre que había luchado contra mejores.

—¿Te sientes bien? —acaricio su mejilla, y él suelta un quejido de dolor.

—Perfectamente —sonríe, pero el dolor se adueña de su gesto y lo hace volver a quejarse.

—Simon, si no te sientes bien será mejor dejar la cita para otro día.

Su mirada pasa de sus manos a mí. Su rostro está maltratado y a pesar de todo lo que ha hecho el doctor por curar sus heridas es imposible que deje de sangrar.

—Unas cuantas venditas y todo estará bien —me vuelve a besar y se aleja— ahora déjame vestirme y daremos inicio a nuestra cita.

Sonrío ante su intento fallido por guiñarme el ojo, y cuando salgo, logro ver, por el espejo que está a un lado de la puerta, que se ha puesto rojo.

Lo espero fuera, mi pulso tiembla, y las náuseas vuelven. Se me han subido los nervios, y ahora también el miedo. ¿Cómo debía comportarme a partir de ahora con Simon? ¿Cómo amigos? No, él había dicho que quería conocerme como algo más. ¿Pero qué le cuentas a una persona que te quiere conocer como algo más?

«Hola Simon, como sabes soy Alexa, y toda mi vida gira entorno a los caprichos de mi papá por la música, salidas a conciertos, vacaciones con mi familia materna, y amores platónicos en el instituto»

Mi vida no era interesante, y yo no tenía nada más que contar, Simon ya lo sabía todo de mí, lo dedujo desde el principio, y por más rabia que me causó la primera vez que él lo dijo, tenía que aceptar que era la verdad. Yo era: Una hija de papi.

—¿Todo listo?

Sentí mi mundo dar vueltas, olvidando por completo en lo que pensaba, y pasando a primera base como Simon vestía. Dicen que sabes quién será el amor de tu vida desde que lo miras, pero lo que yo sentí al verlo fue el sentimiento más inexplicable que he tenido; el aire me faltaba y un escalofrío placentero recorrió todo mi cuerpo.

«Es otro Simon» repetía la voz en mi cabeza, «No es el Simon del bar». Este es el Simon que antes existía, sin heridas, y quizá hasta feliz, no el Simon roto del que Nathan hablaba. Este era mi Simon.

—Estás impresionante —lo tomo por la corbata y aliso su camisa blanca.

—Para serte sincero me estorba todo —sonríe— esta tela es un infierno comparado con mi ropa deportiva.

Reímos, y él me besa en medio de las risas. Su boca es cálida, y sus brazos bajo el saco y la camisa blanca me hacen sentirme en casa, su contacto es lo único que necesitaba y ahora, en este momento, no hay otra cosa que recompense todo esto, ni un viaje al extranjero, ni joyas, nada... Porque lo único que deseo es a él.

—Hay un auto allá fuera que nos espera —sus labios chocan contra los míos al hablar— pero si quieres cancelo todo y nos vamos a la habitación.

La melodía del luchador.✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora