Capítulo 4

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Empieza la guerra:

—Si queréis, yo puedo ayudaros con eso de las bromas —propone Richelle mientras coge la carta del restaurante para ver lo que hay en el menú.

Richelle parece muy simpática. Desde que Elisa nos ha presentado, no ha parado de hablar. No es de esas personas que te deja excluida de la conversación, al contrario. 

—Por mí, bien, ¿qué opinas, Rebecca?

—¡Claro! Cuantas más mejor, ¿no? —digo mientras se acerca el camarero.

—Buenas, ¿qué van a pedir, señoritas?

Miro al atractivo camarero. Qué lástima no poderlo pedir a él. Becca, contrólate. Pedimos la comida y en cuestión de minutos nos la traen. He de decir que estoy hambrienta, no como desde las ocho y media de la mañana. 

Qué locura pensar que esta mañana estaba en mi casa cerca de Peyton y ahora estoy en España con familia a la que no conozco. Al pensar en mi mejor amiga, saco el móvil sin pensar y le envío un mensaje diciéndole que he llegado bien y que la echo de menos. 

Después de haber comido y quedarnos como unas albóndigas, regresamos a casa de Elisa debatiendo entre si vamos a explotar o no. 

—Chicas, ¿qué broma les vamos a hacer? —pregunta Elisa cuando nos tumbamos en su habitación. 

—Tengo una muy buena idea... ¿conocéis la broma del payaso loco? —propongo traviesa.

—Yo no, ¿Richelle?

—Tampoco, ¿en qué consiste? —inquiere ella sentándose en el puf verde. 

Carrasqueo un poco la garganta para poder explicarles mejor en qué consiste esta maravillosa broma. 

—Veréis... —comienzo con una sonrisa diabólica que las hace reír —. Una tiene que maquillarse como un payaso, después os enseñaré una foto que da mucho miedo. Y otra tiene que ir detrás grabando, eso es importantísimo. Entonces, encendemos la luz y la que esté pintada de payaso se pondrá en frente de la cara de nuestra víctima. Lo despertaremos y al abrir sus ojos y verte tan espeluznante se llevará un buen susto —empiezo a reírme de solo imaginarlo.

—Madre mía, tiene buena pinta pero, ¿a cuál de vuestros hermanos se la vais a hacer?

—Rebecca y yo hemos decidido que a Ashton. Queríamos hacérsela a los tres, pero hay más tiempo para eso. 

De repente escuchamos el ruido de la puerta de la habitación abrirse. Todas nos giramos para ver a Ashton apoyado en el marco de la puerta.

—Elisa, esta noche se quedará Adrián a dormir. Nos quedaremos en la habitación de Damien y Jacob porque allí hay cuatro camas. Mamá y papá se van con el tío Oscar a no sé dónde, y nos tienes que vigilar. Por eso te cuento esto. Ah, por cierto, yo de vosotras dormiría con un ojo abierto —nos guiña un ojo y se va.

Qué niño más engreído...

—¿Veis? Siempre que dice eso, después me despierto con la cara pintada con dibujos obscenos, un huevo podrido en mi cara o...

—Lo hemos entendido. Pero eso hoy se acabará —digo orgullosa —. Una cosa, ¿Quién es Adrián?

—Es el mejor amigo de mi hermano. Una muy mala influencia para él y tus hermanos. Pero bueno, cambiando de tema, ¿qué hora es?

—Las no tengo reloj. Becca, mira la hora.

—Son las cinco de la tarde. El día ha pasado volando —digo impresionada.

Idiota, te ganaré. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora