Capítulo 14

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El secuestro:

Al salir fuera a tomar el aire, veo a un hombre hablando con Mackie.

No puedo diferenciar si en realidad es un hombre o una farola, vaya, si que estoy borracha.

Me quedo observándolos unos segundos más, pero cómo no hay nada interesante, giro sobre mis talones, dispuesta a volver a entrar a la fiesta.

Comienzo a caminar, pero un grito me llama la atención. Apenas se puede escuchar, y me sorprende que yo lo haya hecho.

Cuando me giro de nuevo para ver qué sucede, veo a ese hombre llevándose a Mackie encima del hombro.

Intento correr, pero enseguida pierdo el equilibrio y caigo de lleno al suelo.

—¡Mackie! —chillo lo suficientemente fuerte para que los que están dentro en la fiesta, puedan escucharme.

Tyler, Richelle, Arnau y Juan vienen corriendo en mi dirección.

Cuando llegan a mi lado, empiezo a llorar de impotencia.

Quizás si no hubiese bebido tanto, podría haberla salvado.

—¿Qué te pasa? —pregunta notablemente preocupada Richi.

—¿Te han hecho daño? —pregunta Arnau y me abraza para que llore en su hombro.

—¡Contesta, maldita sea!

—Mackie... —es lo único que puedo pronunciar.

—¿Qué pasa con Mackenzie, Rebecca? —pregunta Ty, muy preocupado.

—Se la...han lle-llevado —por fin lo digo, pero eso solo hace que  lágrimas más potentes salgan de mis ojos.

—¿Qué? ¿¡Quién coño se la ha llevado?!

—Espera, Tyler, deja que se tranquilice para que pueda contestar.

—¡No puedo esperar! ¿Quién se la ha llevado, Becca? —pregunta ahora más calmado.

—Un hombre vestido de negro. Era más o menos de tu estatura, Ty.

—¡Joder! —chilla Tyler pasándose la mano por el pelo y estirándose de las puntas —. ¿Era Erick? —aprieta los puños.

—No estoy cien por cien segura, pero... yo diría que sí. A menos que tengáis más enemigos.

—¿Quién es ese tal Erick? —pregunta por primera vez Juan.

—Nadie de vuestra incumbencia. Buscad a Elisa y traedla aquí, de inmediato —les ordena Ty.

Cuando se van corriendo, Tyler me estira la mano para ayudar a levantarme.

—¿Qué vamos a hacer? —me toco la cabeza al sentir que va a explotar en cualquier momento.

—Vamos a salir a buscarla. No puedo dejaros aquí. Primero pasaremos por casa, necesitamos unas cosas —no le da tiempo a decir nada más, ya que aparece Eli intentando regular su respiración.

—Tenemos que pillar a ese hijo de perra —suelta en seguida.

—Vamos al coche, se ha acabado la fiesta para nosotros.

—Queremos ir —dice enseguida Richelle.

—No. Sólo iremos nosotros tres. Ahora dejadnos, por favor, estamos perdiendo mucho tiempo.

Después de eso, subimos al coche. Yo, obviamente, con la ayuda de mi prima.

(...)

—¡Ay! —me quejo para mi misma al notar el agua fría por mi cuerpo.

Idiota, te ganaré. (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora